Un líder ficticio

Luis Padilla se detiene este martes en el engañoso liderato del CD Tenerife en Segunda de la campaña 57/58.

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“El algodón no engaña”. La frase que popularizó un conocido producto de limpieza ha sido aplicable durante años a la tabla de posiciones. “La clasificación no engaña”, se asegura. Y menos aún con el transcurrir de las jornadas. El Tenerife es, sin embargo, protagonista de una curiosa excepción. Porque la clasificación aparecida en los periódicos del 7 de diciembre de 1957 no dejaba lugar al engaño: disputadas once jornadas, el líder del grupo Sur de la Segunda División era el Tenerife, con quince puntos, fruto de siete victorias (que entonces se premiaban con dos puntos), un empate y sólo tres derrotas.

Tras derrotar (3-0) al Málaga en su último partido, con dos tantos de Antó y uno de Herrera, los blanquiazules lideraban la clasificación con un punto de ventaja sobre el Murcia y dos respecto a Cádiz y Jerez Deportivo, ocupando así la única plaza de ascenso directo que se otorgaba ese curso, después de que se suprimiera la eliminatoria de promoción. El gran favorito al ascenso, el Real Betis que lideraba Luis del Sol, ocupaba la décima plaza, a cinco puntos del Tenerife. Eso sí, la clasificación tenía truco: el Tenerife era líder tras jugar ocho partidos en la Isla y tres como visitante. Y el domingo siguiente volvió a jugar... en el Heliodoro.

Y como en esa duodécima jornada empató (2-2) en la Isla ante el vicecolista Huelva, se mantenía como líder. Eso sí, ocupaba la primera plaza con con 16 puntos ¡y dos negativos! En esas mismas fechas, en Primera División, había también un colista ficticio: el Valencia, que tras la disputa de diez partidos aún no había logrado la victoria, aunque buena culpa de ello la tenía la riada que había anegado la ciudad meses antes y que obligó al equipo ché a disputar lejos de Mestalla nueve de sus diez primeros encuentros. En la segunda vuelta, normalizado el calendario, el equipo levantino ascendió hasta la cuarta plaza final.

Al Tenerife no le afectaban los fenómenos meteorológicos, sino la lejanía y la insularidad. Y también sufría los caprichos de la Federación Española de Fútbol, que ese curso dispuso que las habituales giras peninsulares de los blanquiazules incluyeran tres partidos seguidos y no los dos habituales. Eso sí, con cierto criterio geográfico. Así, en febrero del 58 jugaría tres partidos seguidos como visitante en Cádiz, Jerez y Córdoba. Y en marzo jugó, en el plazo de diez días, en los campos de Murcia, Hércules y Alicante. Además, desde Madrid se ordenó que los dos partidos del equipo blanquiazul ante el Badajoz pertenecieran a la segunda vuelta.

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Juan Padrón.
Por el camino, estuvieron un par de semanas parados en los primeros meses del campeonato... para recuperar terreno en primavera. Así, aquel Tenerife 57-58 dirigido por José Espada debutó en la Liga como local y con victoria (4-1) ante el Alcoyano, para perder (2-1) una semana después en cancha del San Fernando. Luego, la locura: recibieron sucesivamente a Cádiz (4-1), Jerez (0-0) y Córdoba (5-0)... antes de caer (2-0) en su visita al Plus Ultra. Y de nuevo encadenaron tres partidos –y esta vez tres victorias– en el Heliodoro contra Murcia (5-1), Hércules (2-0) y Alicante (3-2) como paso previo a la derrota en Ceuta (1-0).

Una semana después, tras golear (3-0) al Málaga, ya se ha dicho que eran líderes en solitario de la Segunda División. Eso sí, era un liderato ficticio.