Un ejemplo y un proyecto

Luis Padilla nos habla hoy de uno que fue, Federico Basavilbaso, y otro que no fue, DaMarcus Beasley.

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El Tenerife-Elche que se jugó el 26 de noviembre de 2000 nos dejó dos historias. Una en el césped y otra en la grada. La primera, un ejemplo de profesionalidad, la protagonizó un veterano que jugaba con la camiseta blanquiazul. La segunda tuvo como actor principal a un joven que quería jugar con esa camiseta. Con el tiempo, después de que el Tenerife lo rechazara, aquel proyecto de futbolista se convirtió en un jugador sobresaliente.

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Basavilbaso.

En el nombre del padre. La figura de su padre. Ése era el mayor mérito de Federico Basavilbaso (Argentina, 1974) como futbolista. Al menos para los medios de su país, donde era conocido como “el hijo del juez”. Extrañaba que un joven con cultura y medios se dedicara al fútbol, terreno abonado para salir de la miseria. No era el único caso (el mismo Fernando Redondo procedía de una familia acomodada), pero sí el más llamativo. Además de hijo de juez y ahora abogado, tras concluir sus estudios, en sus cinco campañas en la Isla demostró ser un lateral solvente, aunque llegó a Tenerife junto a Lussenhoff y con la etiqueta de interior zurdo. Jugó un total de 122 partidos oficiales como blanquiazul con un nivel notable, aunque fue en la campaña 00-01, con Rafa Benítez en el banquillo, cuando ofreció su mejor versión, hasta resultar vital en la consecución del ascenso. Ese curso, en la víspera del partido ante el Elche, recibió la noticia del fallecimiento de su padre y el club le gestionó el viaje a Argentina para que acudiera al funeral. No fue. Pidió jugar, firmó un pase de gol y lideró la remontada del Tenerife, que sumó esa tarde su sexta victoria (3-1) consecutiva para consolidarse en el liderato. Acabado el partido, recibió el abrazo emocionado de sus compañeros y una ovación del Heliodoro.

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DaMarcos

¿Marcus, qué? Felipe Miñambres es uno de los mejores futbolistas de la historia del Tenerife. En cualquier club sería un referente. En la Isla se le discute. Generó divisiones como futbolista, en su breve etapa de entrenador y también cuando ejerció como secretario técnico. Por eso se miró con desdén su apuesta por DaMarcus Beasley (Estados Unidos, 1982), que a los 18 años llegó a Tenerife para hacer una prueba con la plantilla blanquiazul. Estuvo durante casi dos semanas a las órdenes de Rafa Benítez, dejó buena impresión y presenció el Tenerife-Elche que consolidaba a los blanquiazules en el liderato. Pese a su juventud, era la estrella de los Chicago Fire tras haber jugado en Los Ángeles Galaxy. Eso sí, su nombre y su procedencia provocaba guasa en las tertulias. Y hasta se acusaba a Felipe de “querer hacer negocio”. Fue descartado. Con el tiempo, Beasley se convirtió en estrella de la MLS y ha sido 122 veces internacional con Estados Unidos, selección con la que ha hecho 17 goles y ha jugado cuatro fases finales de Campeonatos del Mundo: Corea-Japón 02, Alemania 06, Sudáfrica 10 y Brasil 14. También tuvo éxito en el fútbol europeo: conquistó dos ligas holandesas con el PSV Eindhoven y tres ligas escocesas con el Glasgow Rangers. Y también jugó en el Manchester City y el Hannover 96. En Tenerife nos reímos de él.