Uno de ellos, es Madraza Ben Youssef, la escuela coránica más grande de Marruecos. Como pueden ver, es una joya mudéjar donde se plasma un asombroso equilibrio entre superficies lisas y una ornamentada decoración. Un emplazamiento imprescindible en tu visita a la ciudad de Marrakech.
Descubrí nada más entrar que su diseño se ciñe al trazado tradicional, pero a diferencia de otras madrazas, un oscuro corredor se abría ante mí. Ya podía respirar el ambiente, sentir la historia en mi piel, sin duda, un detalle que acentuó el placer de vislumbrar el amplio patio bañado de luz natural situado al final del pasaje.
Sentir que estás en el sitio adecuado, viviendo un momento, que se quedará contigo guardado siempre, hace que mantengas con vida la historia que forma parte de un país, y eso es algo asombroso. En la cultura marroquí cada detalle es importante, por ello Madraza es un lugar para visitar, porque es punto de referencia dentro de la laberíntica y estrambótica Medina, pura fuente de inspiración donde creyentes, turistas y locales pasan tiempo observando la serenidad que transmite este lugar y donde los mosaicos crean efectos ópticos dignos de perderse entre ellos.