Tres finales... y tres títulos. Ése fue el balance del imbatible Tenerife Sporting Club en las tres primeras ediciones del Campeonato de Canarias. En dos de esas finales, el campeón grancanario abandonó el terreno de juego, lo que demuestra que, desde hace un siglo, los de la vecina isla tienen muy mal perder. Y más en los derbis de la época. La primera final sí concluyó. Se celebró en mayo de 1914 y los tinerfeños se impusieron por 4-0 al Marino en el viejo campo de Miraflores. Por los vencedores destacaron Miguel Bello, “alma mater del equipo”, así como Maximino Acea, “sin duda, el mejor portero de Canarias”. Al año siguiente, volvieron a enfrentarse ambos equipos y, cuando el Tenerife ganaba 1-0, los visitantes “abandonan el campo ante el asombro del público para demostrar su disconformidad con el arbitraje”.
La final del III Campeonato de Canarias de fútbol se jugó el 4 de junio de 1916 en el campo de Miraflores, un recinto de 100x50 metros sin graderío, que entonces estaba considerado el mejor del Archipiélago. El Porteño de Las Palmas fue en esta ocasión el representante grancanario y llegó a la Isla acompañado por un centenar de seguidores, deseosos de que el título fuera por fin a su Isla. Con un excelente ambiente alrededor del terreno de juego, delimitado por una cuerda tras la que se situaban los espectadores, el Tenerife alineó ese domingo a: Acea; Cabrera, Pestano; Delgado, Rodríguez, Crocker; Davidson, Romero, Corbella, Peraza y Montero. Y desde el principio, los locales demostraron tener mejor técnica y mayor resistencia física que sus adversarios. Y como cabía esperar, el primer gol no tardó en llegar.
Lo marcó Jorge Davidson, quien remató impecablemente un gol de Francisco Peraza, un deportista completo que durante años compaginó el fútbol con la lucha canaria. El dominio del Tenerife era tan abrumador que el Porteño recurrió a una vieja táctica: balones al barranco. Y no para perder tiempo y conservar una ventaja, pues iban por detrás en el marcador, sino para evitar una goleada. Sin embargo, en los primeros minutos de la segunda mitad los locales recrudecieron su dominio “gracias a las acertadas combinaciones entre Rodríguez y Crocker”, que permitieron a Miguel Corbella anotar el 2-0 a la hora de partido. Ése fue el resultado definitivo, pues los futbolistas visitantes exigieron la anulación del tanto, “por entender que había sido precedido de un off-side”.
El Tenerife Sporting Club, con el trofeo de tricampeón