La técnica usada cuando hay niebla en Tenerife Norte para evitar otro desastre como el de 1977

Aquel año, dos Boeing 747 colisionaron en la pista de despegue debido a la niebla, causando el mayor accidente aéreo de la aviación civil de la historia

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Recreación del accidente de 1977 en el aeropuerto Tenerife Norte entre dos Boeing 747 de KLM y Pan Am./ NG
Recreación del accidente de 1977 en el aeropuerto Tenerife Norte entre dos Boeing 747 de KLM y Pan Am./ NG

Los procedimientos de seguridad aérea han evolucionado inconmesurablemente en las últimas décadas, fruto del avance tecnológico y de los estándares internacionales consensuados para la seguridad en la aviación.

Gracias a todos los requerimientos de seguridad, a día de hoy el avión es uno de los medios de transporte más seguros que existen. Aunque, lamentablemente, muchos de estos avances procedimentales se produjeron después de graves accidentes, que evidenciaron la necesidad de poner el foco en factores que podían causar un siniestro aéreo.

El desastre de Los Rodeos

Tenerife vivió en 1977 el que todavía está registrado como el accidente más grave de la aviación civil. Conocido como el "desastre de Los Rodeos", el siniestro se produjo el 27 de marzo de aquel año al colisionar dos Boeing 747 de las aerolíneas KLM y Pan Am con 644 personas a bordo entre ambos.

Aunque se trató de un accidente producido por un conjunto de causas (para que ocurriese tuvieron que darse todas a la vez y si sólo una de ellas no hubiese concurrido, se hubiese evitado), la gran protagonista del desastre fue, sin ninguna duda, la niebla, un fenómeno meteorológico muy recurrente en el aeropuerto Tenerife Norte y que cada año provoca múltiples desvíos, retrasos y cancelaciones.

Aquel día, el Boeing 747 de KLM comenzó su maniobra de despegue sin recibir confirmación de la torre de control mientras el jumbo de Pan Am todavía seguía en pista. Debido a la niebla y a que los sistemas de monitorización en tierra de entonces todavía eran muy deficientes, los pilotos de los aviones no podían verse entre sí, como tampoco podía la torre de control, y toda la operativa dependía de que las confirmaciones vía radio entre las aeronaves y la torre se entendiesen a la perfección. 

Un malentendido entre el avión de KLM y la torre de control le llevó a despegar y embestir en su maniobra al Pan Am, que sólo consiguió ver físicamente ocho segundos antes del impacto. El desastre produjo que todas las personas a bordo del avión de KLM falleciesen y del otro sólo salvasen la vida 61, una cifra total de 583 fallecidos.

Un solo avión en zona de maniobras

La aviación mundial tomo nota de aquel accidente con un sinfín de normativas y requisitos. A día de hoy, pasados casi 50 años del desastre, el aeropuerto de Tenerife Norte sigue sufriendo la densa niebla cada cierto tiempo que indujo aquel accidente, pero utiliza una técnica tan rudimentaria como lógica para evitar que vuelva a ocurrir un siniestro así.

Cuando hay condiciones de visibilidad reducida (por niebla, por ejemplo) o fallos generalizados en los transmisores, se usa el criterio de “permanencia de una sola aeronave o vehículo en el área de maniobras”. Este criterio, que se utiliza en múltiples aeropuertos, está específicamente regulado en el manual de los controladores aéreos para Tenerife Norte e implica que, con visibilidad de 800 metros o menos, sólo puede haber un móvil (avión o coche) en el áreas de maniobras, que son la pista y calle de rodaje.

Es decir, para evitar accidentes como el de 1977, cada vez que hay niebla en el aeródromo tinerfeño sólo se mueve un avión a la vez y los demás se quedan esperando su turno en la zona de parking.

Esta medida, aunque limita mucho la operativa puesto que genera retrasos por tener que ir de uno en uno y no poder ir adelantando maniobras como la aproximación a la pista mientras se espera el turno de despegue, es un requisito de seguridad fundamental.