Grupos de vecinos del barrio de Llano del Moro, en Santa Cruz de Tenerife, han levantado la voz en defensa de su historia. Concretamente, la que transmite a través de sus muros derruidos el molino de gofio, entre los más antiguo de Tenerife, y declarado Bien de Interés Cultural (BIC).
Así una campaña liderada por José Francisco Zamora ha permitido hacer eco en la sociedad para compartir el proyecto en defensa y reconstrucción de un molino que se encontraba en el camino a Candelaria.
Reconstrucción completa
“La idea siempre la reconstrucción para poder hacer gofio y que también sea un punto de encuentro donde haya una serie de actividades relacionadas con el sector primario y la elaboración del gofio”, explica el propio José Francisco a Atlántico Hoy.
El problema, o más bien el estancamiento de la situación, es que el molino se encuentra en un terreno privado cuyos dueños, bisnietos y herederos de Cho Juan González -último molinero que le dio tal uso hasta 1930-, no se ponen de acuerdo para vendérselo a las administraciones.
Los herederos no venden el terreno
“Los herederos están divididos. Unos aceptaron una oferta del Ayuntamiento de Santa Cruz, pero otros no”, señala José Francisco. “Principalmente, porque según dicen la oferta es irrisoria y ridícula para ellos. Para lo que les daban, prefieren dejarlo así”, agrega.
Por ello, José Francisco ha logrado unificar las fuerzas de dos asociaciones de vecinos en un único grupo de trabajo, en el que se incluye al único molinero de gofio de Canarias, Francisco Román, que vive en Fuerteventura, para realizar acciones directas. “Marcamos líneas de actuación para intentar, de la mejor manera, que el molino se restaure. Intentar mediar entre los herederos y las administraciones para tratar de buscar la mejor solución para todos”, apunta.
Estrategia
Tras el estancamiento por la negativa de la oferta, el grupo ha valorado “otras opciones” para dar viabilidad a la restauración del molino. “No lo vamos a hacer a través del ayuntamiento, sino a través del Gobierno de Canarias y del Cabildo de Tenerife presentando un proyecto en consonancia con los herederos y la asociación de vecinos del pueblo de la parte de Santa Cruz”, esgrime, aclarando que otra parte del pueblo pertenece al municipio de El Rosario.
Asimismo, espeta que el molino tendrá sus herederos, “pero evidentemente es un edificio histórico del pueblo y los vecinos en peso, porque vamos a hacer una recogida de firmas, quieren que se arregle”. Por ello, harán una reunión tras las inminentes fiestas del pueblo.
El molino, mediante versos
En las publicaciones de Facebook del grupo Yo soy de Llano del Moro, donde se está haciendo fuerza vecinal, se destaca que el propio José Francisco está compartiendo la necesidad de la restauración del molino a través de la poesía.
“Es una manera, que pensaba yo desde hace tiempo, de transmitir el mensaje con un poquito de rima. Que sea más agradable a la hora de oír y creo que llegamos mejor a los ciudadanos”, explica. “El que más ha gustado es el de la figura del abuelo y la nieta. Toca la fibra por el legado que estamos dejando a los que vienen detrás”, sentencia José Francisco.
Historia del molino de Llano del Moro
Según relata José Francisco, empapado de la historia del molino, “es de tipo torre como los que hay en la Península Ibérica. Del estilo de las de Don Quijote, para entenderlo”. Existentes también en Barranco Grande y Cuevas Blancas (Santa María del Mar), estos molinos están catalogados como BIC desde el año 2005.
Así, retrotrayéndose a su infancia, recuerda que nació en el barrio y que se crio junto a su familia, por lo que sabe “la importancia que tiene el molino en el pasado”, conocido popular es históricamente como el molino de Cho Juan Domínguez. “Por ahí pasaba antiguamente el camino a Candelaria”, incide. “Un camino que tiene siglos, lo que demuestra la importancia que tenía el molino”, añade.
En el año 1919, Cho Juan Domínguez vendió el molino a Cho Juan González, quien lo tuvo funcionando hasta 1930. “A partir de ahí se dejó de usar como tal”, señala.
Desuso
Con la llegada de la electricidad y del gasoil para la modernización de los molinos, los de torre de viento cayeron en desuso. “Hoy en día todos las los pueblos de Canarias hacen funcionar casi todo con electricidad y algunos con gasoil, exceptuando el molino que hay en Fuerteventura, que es de mi amigo Francisco Román, el molinero de Tetir, que sigue haciendo gofio con un molino de viento”, argumenta.
Además, el molino de Llano del Moro está junto a la casa del molinero que, obviamente, es donde vivía el molinero. “Con lo cual, no está protegido solamente el molino, sino también la casa del molinero, que también tiene los techos desfondados, que son de teja. Es más fácil de restaurar el propio molino que lleva un sistema de madera y una serie de mecanismos”, abunda José Francisco.
Granero y corral
La historia funcional de la estructura como molino de gofio terminó en 1930, pero no su uso general. “Se aprovechó para otros menesteres”, avanza José Francisco. “En primer lugar, interpretamos que se usó como granero para guardar alimento para animales, porque hay tejas que cayeron cuando el techo se vino abajo", reflexiona.
Asimismo, explica que, cuando se cayó el techo, “lo siguiente que apareció es la uralita”, por lo que entiende que el molino se usó posteriormente como un corral para animales. “Como puedes ver, a lo largo del tiempo el molino tuvo distintos usos. Para hacer gofio, como granero pajero y como corral, pero, actualmente, hablar del molino es hablar de uralita”, finaliza como mensaje claro a la necesidad de recuperar una parte del corazón histórico de Llano del Moro.