Entre la Iglesia de La Concepción y el Puente Serrador, en paralelo al barranco de Santos, se extiende una de las calles más concurridas y alegres de Santa Cruz de Tenerife, un punto neurálgico de la oferta gastronómica de la capital tinerfeña, tan popular entre los vecinos de la capital y de la isla como entre quienes visitan la ciudad.
En cualquier época o día festivo, el gentío abarrota las terrazas de la calle de La Noria y, si hay un crucero en el puerto, sus restaurantes se llenan de turistas. Los Reunidos, El Porrón, Guannabí, El Lagar de La Noria, Bulán o Baobab son solo algunos de los nombres de los establecimientos de esta popular vía, que se complementan con otros restaurantes de la zona conocidos por su cocina tradicional, como La Bodeguita Canaria, La Hierbita o La Cuadra del Palmero.
Un barrio de historia y carnaval
Quizá la popularidad de esta céntrica vía se deba precisamente a todos estos restaurantes y tascas, o puede ser su ubicación privilegiada, entre el Teatro Guimerá, el TEA, el Museo de la Naturaleza y Arqueología, o tal vez a que se trata de una vía peatonal y una de las calles fundacionales de Santa Cruz de Tenerife, donde encontramos ejemplos de la sencillez de la arquitectura tradicional.
Con todo, la calle de La Noria es también conocida por albergar la sede de murgas y agrupaciones carnavaleras. A la espera de que llegue febrero, estos colectivos se reúnen durante todo el año para ensayar sus actuaciones y, de hecho, si paseamos por esta calle no debe extrañarnos escuchar los cánticos de murgas tan conocidas como la NiFú-NiFá, los Triqui Traques o Mamelucos, en lo que podría considerarse un adelanto extraoficial del popular concurso carnavalero.
Agua para una ciudad incipiente
Cuando en 1496 Alonso Fernández de Lugo se adentró en la isla, una de sus primeras instrucciones a quienes quedaron encargados de los asuntos del puerto fue la apertura de pozos y aljibes para aprovechar el caudal que, por aquellas fechas, discurría por el barranco de Santos.
A raíz de esta encomienda, durante los siglos posteriores la actual calle Antonio Domínguez Alfonso comenzó a ser conocida como calle de Las Norias, denominación que conserva entre los vecinos hasta el día de hoy, aunque sea en singular. Junto a las desaparecidas calles de la Iglesia, de la Caleta y del Barranquillo, esta vía conformó un incipiente trazado urbano en el que se asentaron los vecinos más pudientes, y donde acudían todos los habitantes para abastecerse de agua.
Un notable político del siglo XIX
¿Y quién fue Antonio Domínguez Alfonso, el personaje que da nombre a la calle de La Noria? Este político nacido en Arona fue una figura destacada en la vida social tinerfeña de finales del siglo XIX, alcanzando cargos de relevancia también fuera del ámbito de Canarias como gobernador civil de Manila e intendente general de Hacienda en las Islas Filipinas.
Domínguez Alfonso desempeñó los cargos de diputado por Tenerife y senador del Reino por la Provincia de Canarias, de manera que se convirtió en persona de gran influencia y célebre oratoria. En Madrid compatibilizaría su labor parlamentaria con la de justicia, desempeñando la plaza de Juez municipal del Distrito de Buenavista.
Como diputado en Cortes aunó voluntades junto con su adversario político Miguel Villalba Hervás para defender la unidad de Canarias y la capitalidad de Santa Cruz de Tenerife, interviniendo en numerosos debates frente a los intentos divisionistas de León y Castillo.