Este jueves se cumple un año desde que, en la noche de la peregrinación a Candelaria, la del 15 de agosto, se iniciara el peor incendio en la historia de Tenerife desde que se registran. Un incendio que afectó a 11 municipios y que, desde el primer momento, se sabía que iba a ser harto complicado su enfrentamiento.
Una de las personas claves en esos primeros minutos fue la consejera de Medio Natural, Sostenibilidad y Seguridad y Emergencias del Cabildo de Tenerife, Blanca Pérez que, bendita casualidad, se encontraba en las instalaciones del Cecopin de paso en el momento que saltaron las alarmas, lo que permitió mayor viveza en los avisos.
Sin pasar por casa
“Estábamos terminando el operativo de la ofrenda. Yo no me llegué a ir a mi casa”, recuerda Pérez en una entrevista concedida a Atlántico Hoy. “Ese día estuve en Candelaria, fui a la procesión y luego pasé por el Cecopin para ver cómo estaba yendo el operativo”, añade.
Fue entonces cuando empezaron las llamadas y los primeros avisos. Tristemente, apenas había dudas. “Sabíamos que era peligroso, porque desde que se metió en el barranco era complicado y fue cuando ya llamé a la presidenta, Rosa Dávila, y le dije que viniera porque esto se va de las manos y a ver hasta dónde llegamos”, expone antes de señalar que si se iba de control nada más empezar “lo mejor era elevar al nivel 2 para meter la UME y para que corra lo menos posible”.
La trampa del comienzo
La consejera recuerda que, paradójicamente, aquel 15 de agosto fue el último día de alerta máxima que cerraba una larguísima ola de calor que sufría Canarias. “Había una disponibilidad de combustible potente, pero es que, además, el incendio arranca en el único punto ciego del gaitero (torre de vigilancia contra incendio) y tardó en verse”.
De hecho, apunta que primero “lo vio mucha gente desde abajo, porque en Candelaria era una noche de fiesta, de calor, aunque más fresca, y las personas estaban en la calle y fueron las que lo vieron y activamos rápidamente el protocolo”.
Un protocolo que, insiste Blanca Pérez, les iba a impulsar a subir el nivel 2 el incendio. “Llamamos a la UME para que fueran preparándose porque los íbamos a llamar porque íbamos a subir el nivel y fuimos movilizando medios de todas partes”, resalta como primeras decisiones.
La noche más dura
“Esa noche fue dura, pero yo creo que la más dura con diferencia fue cuando tuvimos que empezar a evacuar a la gente, que fue la noche siguiente”, confiesa. “Toda la interfaz del norte hubo que evacuarla desde La Esperanza hasta Los Realejos. Hubo que evacuar a más de 14.000 personas y, lo bueno de una situación tan mala, fue el comportamiento de la gente, que hay que darse cuenta de que muchos salieron de su casa pensando que al día siguiente ya no iba a estar”, agrega la consejera insular de Medio Natural, Sostenibilidad y Seguridad y Emergencias.
Fue tal la gravedad del incendio que se movilizó desde un inicio todo lo que había. “Todos los parques de bomberos de la isla se pusieron a disposición del incendio. Dejamos un camión en la autopista por si ocurriera una incidencia en algún otro sitio de la isla, que no pasó por suerte”, señala antes de recordar el protocolo de un incendio en cuanto a los objetivos de protección. “Primero hay que salvar a las personas, que es la evacuación, segundo los bienes de las personas y las casas y después el monte, que, evidentemente, la prioridad es el Parque Nacional del Teide”.
En este contexto, comparte que el incendio alcanzó al Parque porque los esfuerzos estaban en proteger a las personas, sus casas y sus bienes. “Es lo que dice la ley”.
Con la comodidad de verlo con retrospectiva de un año y sobre si cambiaria alguna decisión, Blanca Pérez reflexiona que la decisión que había que tomar es la que tomaron, que ha sido aumentar la prevención y la vigilancia. “Trabajamos con un operativo que ya teníamos. No digo que fuera malo, pero es verdad que era mejorable y ahora se ha mejorado donde se puede mejorar y es fundamentalmente en la prevención, la vigilancia y, sobre todo, la intervención en las medianías en la zona de interfaz”.
En este sentido, destaca la importancia primordial que se le ha dado a la preparación de los vecinos de esas medianías. “Tienen que ser conscientes, y eso es lo que estamos trabajando en el plan de medianías, que deben tener sus fincas limpias, porque es la única manera de que nosotros los podamos proteger y al propio monte”, finaliza.