Un hombre acusado de haber matado a sus padres en abril de 2020 ha alegado en el juicio con jurado que desde este lunes se celebra en la Audiencia de Santa Cruz de Tenerife que no se acuerda de lo que ocurrió aquel día pero supone que fue quien cometió el asesinato.
“Supuestamente fui yo porque estaba solo, no sé si mis padres estaban vivos cuando me fui”, ha indicado Gabriel Iván M.D., para quien la Fiscalía y la acusación particular piden 40 años de cárcel y el pago de 300.000 euros a cada uno de sus dos hermanos.
En principio, en su escrito de defensa el procesado mantenía su inocencia pero luego cambió su versión y mientras que su abogada alegó que lo ocurrido se debió al consumo de drogas, él dice que el primer recuerdo que tiene es encontrarse junto a unos contenedores pero no sabe qué hacía allí.
Fiscalía y acusación particular mantienen un relato distinto, al asegurar que tras consumir crack fue a la casa de los padres donde vivía y una vez más les exigió dinero para comprar droga. Ante la negativa de la madre la degolló y cuando el padre salió del baño al escuchar los gritos, lo acuchilló.
Muerte dolorosa
El abogado de la familia cree que no pudo controlar la situación y que la muerte no fue rápida sino muy dolorosa, y resalta la corpulencia y fuerza del agresor, muy superior a la de sus padres. A la madre la “degolló hasta decapitarla” mientras que al padre le asestó dos puñaladas en el pecho y una en el costado. Luego se cambió la ropa, la puso en una bolsa, robó el dinero y cogió las llaves del coche del padre con el que fue a Cabo Blanco a comprar más droga.
En el camino tiró la bolsa en unos contenedores, estuvo con unos amigos a los que confesó el crimen y pasó esa noche con una prostituta. Finalmente se entregaría a la Guardia Civil después de que lo llamaran, al considerarlo el principal sospechoso. Las acusaciones piden que se impongan los agravantes de parentesco, alevosía y ensañamiento.
La defensa aseguró que el hijo “está muerto desde hace tres años”, que era “una víctima de sí mismo y de la dependencia” que tenía desde los quince años. “Sólo se movía por la droga, él sabe lo qué pasó pero a toro pasado”, por lo que pidió al jurado “encarecidamente” que tuviera en cuenta su dependencia crónica a las drogas duras y sus intentos fallidos de salir de ese mundo en dos ocasiones.
"El murió también"
“Él también murió en el mismo día en el que ocurrieron los hechos”, dijo su abogada. Alega que llevaba una semana consumiendo crack y que por lo tanto no fue consciente de lo que hizo. En el juicio, el acusado ha respondido la mayoría de las veces con monosílabos pero ha relatado que parte de sus adicciones se la pagaban sus padres, con los que de vez en cuando tenía enfrentamientos si no le daban dinero.
Aquel día asegura que había consumido un gramo de crack fuera de la casa. Entonces entró con un cuchillo y cuando la madre se negó a darle más dinero ya no se acuerda de lo que ocurrió hasta que aparece junto a los contenedores. Apenas recordaba “algo” relacionado con la ropa, pero no sabe si la tiró, y que tenía el coche de su padre pero tampoco sabe lo que había ocurrido con anterioridad.
Luego fue a comprar droga y quedó con unos amigos aunque otra vez apela al olvido cuando se le pregunta si estuvo con una prostituta. Asegura que se enteró de lo que ocurrió cuando el jueves pasado leyó la noticia en un periódico en la cárcel donde ha estado en prisión preventiva.
En la primera jornada del juicio también declararon los dos hermanos, quienes coincidieron prácticamente en todo su relato. Apenas mantenían relación con el acusado por sus problemas con las drogas; dicen que vivía en casa de los padres y no en la suya porque lo habían amenazado, que tenía condenas por maltratar a su exmujer.
Los hermanos
La hermana aseguró que en una ocasión cuando estaba fuera de su vivienda entró y le robó un reloj y que siempre pedía dinero. “Había muchas discusiones con mis padres, nunca llegó a pegarles pero mi padre sí había dicho que tenía miedo a que en cualquier momento los matara”. Desde el principio sospecharon que él fue el autor del crimen.
Dos días después de ocurridos los hechos, al no poder hablar con su madre fueron a la vivienda por la tarde y encontraron los dos cuerpos en el suelo rodeados de sangre. También se percataron de que faltaban teléfonos móviles y el fijo y una riñonera en la que la madre guardaba el dinero que ganaba cada fin de semana vendiendo en un mercadillo agrícola, en el que solía llevar alrededor de 500 euros. “No nos sorprendió, siempre pensamos que iba a ocurrir algo parecido”, dijo la hija.