Un juzgado de Las Palmas de Gran Canaria ha condenado a la entidad financiera WiZink, a devolverle la cantidad de 40.217,47 euros a una de sus clientes. La mujer residente en Gran Canaria y representada por el abogado Israel de los Reyes Godoy, reclamaba la nulidad del contrato de una tarjeta de crédito y le han dado la razón.
“Mi mandante contrató con WIZink una tarjeta y desde el primer momento dejamos referenciado, que la fecha de suscripción de la tarjeta litigiosa no aparece reflejada en el documento de la solicitud de dicha tarjeta”, explica Israel a Atlántico Hoy.
Condiciones particulares
“Me gustaría recalcar que la entidad financiera no aportó nunca a mi mandante copia de las condiciones particulares y generales de la tarjeta litigiosa a la fecha de suscripción, aunque fue requerida extrajudicialmente” apunta el letrado.
Para Israel, el juzgado ha apoyado su argumento porque está claro que hay usura en el tipo de interés tan elevado que tenía la tarjeta, lo que conlleva a su nulidad.
“Las entidades están obligadas a conservar copia del contrato firmada por aquél (así como el recibí, que podrá constar en el propio documento), debiendo estar en condiciones de ponerla a disposición del cliente siempre que éste lo solicite, bien en papel, bien en soporte duradero si la contratación se efectuó por medios electrónicos” expone Godoy.
T.A.E. elevado
En este caso, la contratación se efectuó a través de un comercial de la citada entidad financiera que le ofreció la citada tarjeta, informándole de las “bondades” de la misma, seguro protección de compras, servicio telefónico de atención permanente y pagos como mejor convenga.
“Lo que nadie le explicó a mi mandante era el funcionamiento de este tipo de tarjetas cuando se aplazan los pagos o se dispone de efectivo, con un interés T.A.E. del 24,60% y con un límite de crédito que aumenta unilateralmente a voluntad de la financiera, sin autorización y conocimiento del cliente, generando más y más intereses”, detalla Godoy.
“Este crédito es el conocido como sistema revolving, que consiste en una línea de crédito que permite sucesivas disposiciones, variables en importe, hasta el límite concedido y durante toda la vida del contrato. En definitiva, el capital disponible y los plazos se minoran o amplían en base a los reintegros que realiza el cliente. El funcionamiento consiste en que el crédito se adapta progresivamente a las disposiciones efectuadas, de tal manera que, las cuotas o plazos se recalculan sin previo aviso al cliente, según el capital dispuesto en cada momento” analiza el abogado.
Deuda perpétua
Este tipo de tarjetas o créditos han proliferado de forma agresiva a través de medios de comunicación. Para su contratación son simplemente necesarios los datos básicos personales y una cuenta bancaria. Así, las entidades financieras las han comercializado de forma rápida y sencilla en centros comerciales, por teléfono y por internet, sin que el usuario tuviera demasiada información ni cierto margen de reflexión.
“Lo cierto es que es un producto bancario diseñado para aquellas empresas o particulares con dificultades económicas y que no llegan a fin de mes, o con necesidades e imprevistos económicos puntuales, con el objetivo de aplazar el pago. Al ser créditos al consumo, sus intereses lógicamente son superiores al de otro tipo de préstamos, pero, en ocasiones, como el caso que nos ocupa, las entidades aplicaban tipos de interés notablemente superiores al normal del dinero y manifiestamente desproporcionados e incluso podría considerarse abusivos. La deuda se incrementa y se perpetúa”, concluye un satisfecho Israel de los Reyes Godoy tras su triunfo judicial.