Un informe de la Fundación Conocimiento y Desarrollo, publicado el pasado miércoles, apuntaba que las universidades canarias tienen el índice más bajo de titulados en ciencias de toda España. Los campus de La Laguna o Las Palmas de Gran Canaria, evidentemente, no quedan en buen lugar si analizamos a fondo la memoria, pero el problema no se reduce sólo a la educación superior que se imparte en las Islas.
Es habitual encontrar, en el tejido empresarial del Archipiélago, quejas por las dificultades que se encuentran en el mercado laboral para contratar personal cualificado. Ante esta realidad, la conclusión es que algo se está haciendo mal en Canarias. Hay jóvenes que quieren trabajar, contamos con centros académicos para formar y disponemos de financiación —como nunca antes en la historia de esta región— para facilitar que todas las piezas encajen.
¿Cómo es posible que con dos universidades públicas y cuatro privadas en Canarias las empresas tengan problemas para dar con los perfiles de trabajadores que buscan? ¿Por qué, con la ingente cantidad de millones de euros que las administraciones públicas invierten en las academias privadas, no se cubre lo que demanda el mercado laboral? A veces basta con caminar distinto para tener un verdadero cambio.