Los vecinos de Los Lajones, en Puerto Naos, podrían volver a sus casas gracias a medidores de gases

La alta concentración de CO2 en el subsuelo de Puerto Naos y La Bombilla hace tóxico el aire | Es difícil predecir cuánto tiempo durará la acumulación de gases

EFE

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Fajana (también llamada "delta lávico") originada durante la erupción del Tajogaite en La Palma./ ÁLVARO OLIVER/AH
Fajana (también llamada "delta lávico") originada durante la erupción del Tajogaite en La Palma./ ÁLVARO OLIVER/AH

El Plan Insular de Emergencias de La Palma (Peinpal) baraja la opción de acotar una parte del núcleo de Puerto Naos, en concreto la zona de Los Lajones, donde se permite el acceso los domingos durante horas para labores de limpieza, y que puedan regresar los vecinos a sus viviendas.

Tanto Puerto Naos como La Bombilla siguen siendo zonas de exclusión por altas concentraciones de gases nocivos a punto de cumplirse un año del inicio de la erupción en Cumbre Vieja.

Medidores de gases

El presidente del Cabildo de La Palma, Mariano Hernández Zapata, señala a Efe que en esa zona de Los Lajones, que según calcula aglutina en torno a un tercio de las viviendas de Puerto Naos, se están instalando medidores de gases.

Todo ello "para ver si de alguna manera, vallando la zona, acotándola perfectamente, para que no se pueda acceder a otras y evitar peligros innecesarios, valorar qué posibilidades hay en los próximos meses de abrirla".

La idea, abunda Hernández Zapata, es que esos medidores de CO2, "cuando se superen ciertos niveles, den la alarma para proceder a desalojar esa zona".

"A ver si somos capaces de implementar esas medidas donde se pueda convivir, a lo mejor no en todas las zonas, pero sí en algunas, con los gases", suspira el presidente del Cabildo, quien entiende que los vecinos de Puerto Naos y de La Bombilla estén "desesperados" tras casi un año sin poder regresar a sus casas.

Controversia y desasosiego entre los vecinos

Hernández Zapata lamenta "ciertas comunicaciones", tanto de vecinos como de "algún científico", que cuestionan las medidas de seguridad y de exclusión adoptadas en estos núcleos.

Y matiza que los gases que allí se detectan en altas concentraciones "no son biogénicos", con lo que "no se podría solucionar el problema poniendo agua en el saneamiento y ventilando", como se ha comentado, sino que "provienen del subsuelo".

Recalca que ese tipo de comentarios, que compara con los surgidos durante la pandemia y las medidas de restricción que se adoptaron, "producen controversia y desasosiego entre los vecinos", pero desde las administraciones "tenemos que ser responsables y primar en las decisiones que tomemos la seguridad de los vecinos".

Más de 120 medidores

Hernández Zapata esgrime que en las administraciones "no se han quedado quietas" ante esta problemática, sino que, en el caso del Cabildo de La Palma, se han comprado más de 120 medidores de gases.

Ahora bien, opina que "no puede ser" que aún siga habiendo 180 personas realojadas en hoteles casi un año después de comenzar la erupción, de los cuales 108 residentes en Puerto Naos y La Bombilla, y espera que "cuanto antes se den soluciones" a estos vecinos.

Sin visos de solución a corto plazo

El problema de la emisión difusa de CO2 en La Bombilla y Puerto Naos no parece tener una solución a corto plazo. Stavros Meletlidis, vulcanólogo del Instituto Geográfico Nacional (IGN), lo corrobora en declaraciones a Efe: "Estimar el tiempo o qué proceso será necesario para que cese es imposible".

Explica que los sensores instalada por el IGN y por el Instituto Volcanológico de Canarias (Involcan) han corroborado lo que barajaban desde el principio: el gas es de origen magmático, no proviene de la lava emitida por la última erupción en la dorsal de Cumbre Vieja.

Lo que sí pudo provocar esta erupción fueron fracturas en el subsuelo que permitieron que el gas liberado del magma que discurre bajo La Palma, a unos 10-12 kilómetros de profundidad, llegara hasta la superficie.

No se puede estimar el volumen de gas

La dificultad para los científicos estriba en que "no sabemos, no podemos estimar de qué volumen de gas hablamos", además de que se trata de una emisión difusa en la que "el gas sale hoy en un punto con un determinado volumen, y mañana en otro".

Se trata de un proceso que "no es nuevo" en las erupciones volcánicas. El problema en el caso de La Palma es que esa emisión difusa de gases se está dando en núcleos poblados.

"Podrías tenerla en el mar y nadie se enteraría, o en el monte", como de hecho sucede en varios puntos de La Palma, pero ahí el gas "se diluye rápido y no supone un peligro para las personas", apunta Meletlidis.

Escaso margen de acción

Este especialista hace hincapié en que por momentos las emisiones de gases en Puerto Naos y La Bombilla son "muy fuertes" y en que esto "no es algo que puedas controlar o disipar de ninguna manera". "Poniendo medidores o sensores al final tienes la medida, pero eso no significa que haya más o menos gases", asevera.

Stavros Meletlidis aclara en este punto que los científicos no deciden qué zonas son habitables o no, sino que esa decisión les corresponde a los gestores públicos, y recuerda que durante la erupción tampoco decidieron "el dónde, cómo y cuándo" se tenía que evacuar a la población.

No se sabe cuándo cesará

A vueltas con la pregunta del millón, cuándo cesará la emisión de CO2, señala que "en los procesos magmáticos o volcánicos, teniendo en cuenta las incógnitas y dificultades de los procesos en profundidad, no puedes poner plazos. Como humanos que somos los queremos en horas, días, meses, años, pero estos son procesos a diferente escala".

Recuerda que hay sitios donde ha habido emisiones de gases "durante años, siglos", y otros donde tras algunos meses han parado.

Insiste en que todo depende del volumen del cuerpo magmático en profundidad y del camino que toma el gas hacia la superficie. "Algún día, por algún motivo, puede que cambie la estructura o disposición de las fracturas que aprovecha el gas para salir a la superficie y, de repente, se vea que el gas no sale o se ha desplazado dos kilómetros mar adentro. Eso lo tiene que arreglar, entre comillas, la naturaleza", remacha.

La profundidad complica las estimaciones

El vulcanólogo del IGN se escuda en que los expertos en meteorología cuentan con modelos y ven que a corto plazo "fallan", porque "todo lo que tiene que ver con la Tierra es un sistema muy dinámico".

"Si eso lo aplicamos a profundidades de 10-12 kilómetros, donde no hay observación directa, no hay muestras ni medidas con satélites, la cosa es muy complicada", añade.

Meletlidis abunda en que "sin tener una observación directa de un fenómeno, por mucho modelo que hagas es muy difícil acertar. La naturaleza complica las cosas de muchas maneras y no tenemos ese conocimiento". 

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