La Unidad de Cuidados Críticos Cardiológicos del Complejo Hospitalario Universitario de Canarias cumple 50 años en 2024 y tiene en su haber numerosas historias de vidas salvadas como la de una joven de 21 años con una miocarditis fulminante en una noche de pandemia por Covid-19.
En una entrevista con EFE, los cardiólogos Pablo Jorge y Marta Martín reviven el shock de aquel corazón superviviente que, entre miedos, fortaleció a un equipo que lidia con entresijos cardiológicos de 1.100 pacientes críticos que ingresan cada año, con una estancia media de 3,5 días.
De la joven de 21 años que arribó a la Unidad, se sabe que fue trasladada desde el Hospital Universitario Nuestra Señora de la Candelaria, y que tras los desasosiegos de todo el equipo, salió adelante con dedicación y una “llave maestra”: la oxigenación por membrana extracorpórea (ECMO, por sus siglas en inglés).
Se trata de una sustitución transitoria de la bomba cardíaca, de forma que el trabajo del corazón lo protagoniza una máquina, y su función principal pasa por extraer la sangre del territorio venoso y devolverla oxigenada al arterial.
“El ECMO ha supuesto dar oportunidades a pacientes que iban a fallecer indefectiblemente. A nosotros, nos da la oportunidad de pensarnos las cosas, de tratarlos mejor, de que se recuperen e, incluso, de trasladarlos a otro lugar”, asegura el cardiólogo Martín García.
Un trabajo que progresa con mucha vocación
La Unidad de Cuidados Críticos Cardiológicos en Tenerife se gestó en 1974 por la necesidad asistencial que existía con el infarto agudo de miocardio, y desde entonces sigue progresando en su espectro de actuación con una gran vocación por parte de sus especialistas. “Más del 50 % de los pacientes morían por arritmias ventriculares en los años 60. El fallecimiento de un paciente en la planta décima del HUC impulsó la apertura”, relatan.
El espacio especializado en patologías críticas del corazón cuenta con 12 boxes, y en ellos ingresan diferentes perfiles de pacientes, como el infarto agudo de miocardio, el shock cardiogénico, la insuficiencia cardíaca aguda y la parada cardiorrespiratoria, entre otras.
Asegura su equipo profesional que el avance tecnológico y científico ha reducido la mortalidad del infarto agudo de miocardio, imprescindible para la creación de esta Unidad, y añaden cómo ahora oscila entre el 6 y 8 %.
El avance ha resultado en una mayor tasa de supervivencia de los pacientes cardiológicos, un hecho que a su vez ha propiciado que ahora sea otra la patología que “les desborda”: la insuficiencia cardíaca.
La razón está en la historia natural de la propia enfermedad cardiológica, porque si bien los pacientes tienen mucho menor riesgo de fallecer, evolucionan, llegan a la ancianidad, y esa supervivencia a la enfermedad deriva en insuficiencia cardíaca.
La supervivencia contemporánea al infarto
“Lo probable es sobrevivir a un infarto, pero se pueden experimentar siguientes episodios, mermarse la función cardíaca y concurrir en la insuficiencia cardíaca”, explica el cardiólogo Martín García. Y justo EFE corrobora esa “resistencia” cuando visita uno de los boxes de esta Unidad y conversa con un paciente, de 57 años, que ingresó por un infarto agudo de miocardio tras un mes de dolores de espalda y pecho.
Una vez atendido, los facultativos le informan que su corazón resiste, pero que es un poco más débil, mientras el paciente confiesa que no deja de preguntarse qué pasará tras el alta: “ahora me espera un proceso para conocer dónde están mis nuevos límites”.
El usuario aún se siente temeroso, entre otras cosas, porque sabe que ahora se enfrentará a una rehabilitación cardíaca lenta y, además, es consciente de que su oficio, la topografía, podría no ser el mismo.
Con la alegría de reconocerse con vida, dice que será “el consejero” de sus descendientes en asuntos de corazón, porque corrobora que no tiene antecedentes familiares con infartos agudos de miocardio y, con un atisbo de optimismo, se emplaza al paso del tiempo.
Los especialistas de la Unidad de Coronarias informan que estas urgencias críticas pasan a una fase crónica una vez se recuperan, lo que les permite pasar a una planta de hospitalización y, en la mayoría de los casos, a su domicilio.
De forma independiente a su destino, todos los pacientes se someten a un seguimiento crónico posterior, un trabajo que depende del servicio de Cardiología y otros centros especializados de la zona norte en Tenerife.
Un sí al progreso, pero con más especialistas
La Unidad de Coronarias del HUC tiene el propósito incansable de “evolucionar”, y lo han hecho, por ejemplo, con la monitorización invasiva hemodinámica, con las que miden el trabajo del corazón desde el interior.
Sin embargo, aún tiene el reto de responder al shock cardiogénico, que se produce cuando el corazón falla agudamente por no bombear la suficiente sangre y oxígeno al cerebro, así como a otros órganos vitales.
Este equipo especializado del HUC se compone por tres cardiólogos intensivistas, al menos dos médicos residentes, 35 enfermeros y 17 auxiliares, pero reivindican que este número es insuficiente porque los cuidados intensivos implican 24 horas.
La enfermería, el corazón de la unidad
Afirman que los trabajos de resucitación configuran un cuidado médico exhaustivo, de valoraciones y evaluaciones sistemáticas, y que siempre buscan minimizar el daño cerebral y agilizar, a su vez, el proceso asistencial en favor de la eficiencia.
Y en todo ese recorrido, que requiere mucha vigilancia, la enfermería es vital- ellos la definen como el “corazón” de la Unidad- porque se encarga de administrar los tratamientos pautados pero también de detectar posibles complicaciones de forma precoz.
El supervisor de Enfermería Raúl Villamandos manifiesta que no existe especialización para cuidados críticos en su campo, porque se pierden en un “cajón de sastre”, y subraya cómo estos cuidados nada se asemejan con los que se ofrecen en una planta de hospitalización.
La petición de Villamandos pasa por la posibilidad de validar esa especialización con una acreditación específica, expedida por sociedades científicas, pero también cree en la necesidad de una política de contratación de larga estancia y que garantice la formación.
Y mientras la Unidad de Coronarias continúa meditando en sus constantes mejoras, reflexionan que su impulso está en la mirada de agradecimiento de quienes por allí pasan, desde las reanimaciones de corazón a corazón, hasta los intentos fallidos que, siempre, conllevan esfuerzo.