Las plantas medicinales han sido compañeras fieles de la humanidad a lo largo de la historia, ofreciendo un arsenal de remedios naturales para tratar diversas afecciones y promover la salud. Cuando la medicina avanzó las hierbas quedaron en un segundo plano, los fármacos habían conseguido atacar cualquier dolencia y además, en tiempo récord, una pastilla para el dolor de cabeza tarda menos de media hora y su efecto puede durar hasta ocho horas.
En un viaje al pasado está claro que se tenían que conformar con el poder curativo de la naturaleza, utilizando una amplia variedad de hierbas, flores, raíces y hojas para aliviar dolencias, fortalecer el sistema inmunológico y mejorar la calidad de vida. A día de hoy, el Fondo para la Etnografía y Desarrollo de la Artesania Canaria recoge un glosario de todas esas medicinas ancestrales que te ayudarían a dormir a pierna suelta, eso sí, ante cualquier dolencia la primera acción indispensable es acudir al médico y no automedicarse nunca.
Las tres plantas milagrosas
La primera planta de la que echaban mano los aborígenes canarios es la amapola. Suele estar en el campo en los meses de mayo y junio y sus sustancias son muy beneficiosas cuando se prepara una tisana —infusión con agua muy caliente—. Las preocupaciones quedarán a un lado gracias a las propiedades de esta bonita flor, que también se usa para aplacar golpes de tos.
La Hierba Luísa o Reina Luísa se empleaba para espantar o matar a los mosquitos en las habitaciones, pero pronto se dieron cuenta de que servía y ayudaba a mejorar el sueño por las noches. Se recomienda tomarla después de la cena en una infusión, además tiene un sabor muy agradable.
Por último una de las más conocidas y empleadas, la valeriana mansa. Seguro que de las tres opciones es la que más has escuchado o incluso probado, pues ayuda a sobrellevar situaciones de alto estrés. En las raíces es donde se concentra su poder. Hay que lavarla, cortarla y dejar que se seque en un lugar con muy poca luz y sin corrientes de aire. El resultado de la planta seca se tritura y se procede a hacer una infusión para tomar en ayunas o antes de irse a la cama.
Con estos tres remedios los aborígenes canarios hacían frente al día a día cuanto todavía la medicina no se había desarrollado y había irrumpido en nuestra cotidianidad para mejorar el estilo de vida de las personas.