Antonio Gómez —o Tony, como prefiere que lo llamen— siempre ha estado metido en el mundo del motor. Se le da tan bien que de vez en cuando ha ayudado a sus vecinos a arreglar sus coches. Y, aunque es muy bueno en lo que hace, nunca había podido trabajar en un taller mecánico porque no cuenta con la formación necesaria para acceder a un puesto de trabajo. No sabe leer y tampoco sabe escribir y cuando se enfrenta a los exámenes para conseguir el título siempre se encuentra con el mismo problema: la parte práctica excelente y la teórica suspendida. Pero eso no le roba el sueño que tiene: abrir su propio taller.
Gracias a Plena Inclusión Canarias —movimiento asociativo que lucha en Canarias por los derechos de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias— y su proyecto Empleo Personalizado, Tony está un poco más cerca de conseguirlo. “Consiste en descubrir a la persona y luego no es solo insertarla en un puesto de trabajo, sino que llegamos a una asociación con las empresas para que creen un puesto específico para esa persona, valorando las necesidades que tiene la institución y valorando qué es lo que hace bien y qué le gusta al futuro empleado”, explica Tatiana Galván, preparadora laboral del proyecto.
Cuatro fases
Empleo personalizado está enfocado en el entorno de los barrios donde viven las personas que buscan empleo y se desarrolla en cuatro fases —descubrimiento, planificación, negociación y apoyo—. “Se suele basar en personas que nunca han tenido un puesto de trabajo, que les cuesta encontrarlo, no tienen formación y, sobre todo, es para personas con grandes necesidades de apoyo”, expone Zamira Pérez, coordinadora del proyecto.
La primera fase, la de exploración y descubrimiento, trata de un paseo por el barrio en el que vive la persona, conocer las diferentes empresas que hay y, sobre todo, un autoconocimiento propio. “En esta fase no vamos con la intención de encontrar un trabajo, sino de que la persona se descubra a sí misma para luego ir enfocándose en buscar el empleo”, continúa Pérez. “En esta parte también se incluyen visitas al hogar”, apunta Galván, porque en esa zona de confort se puede conocer con mayor profundidad a la persona.
La fase dos es la planificación, “donde se va buscando el perfil vocacional y se suelen crear tres perfiles, salvo que lo tenga todo muy claro —como Tony que siempre supo que quería dedicarse a la mecánica—”, asegura Pérez.
Negociación y apoyo
Esta metodología viene de Estados Unidos, donde ha sido un triunfo, y hace unos años, en 2018, Plena Inclusión Canarias llevó a cabo el primer proyecto piloto de ‘Empleo Personalizado’. En Canarias, 16 personas han formado parte del proyecto, de las cuales, 8 han sido parte del grupo experimental. La iniciativa tiene carácter nacional y participan 44 entidades y 500 personas con discapacidad intelectual. El proyecto está impulsado por el Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y lo coordina Plena inclusión España a nivel nacional. Cuenta con 2 millones de euros de financiación de los Fondos de Recuperación y Resiliencia Next Generation.
Llega la negociación, la fase tres del proyecto, y es la hora de comenzar a contactar con las empresas para hacerles ver lo que puede aportar la persona a la misma. “Hay una parte previa a esto que son las entrevistas informativas”, continúa Galván, “una serie de preguntas que van más allá de entregar el currículum”. Y en la cuarta, la de apoyo, “no solamente es dar soporte a la persona sino respaldar también a la empresa sobre cómo hacer seguimiento en el trabajo y necesidades del profesional”.
Círculo de apoyo
Algo que resaltan mucho en Plena Inclusión Canarias es la importancia de contar con un círculo de apoyo a la hora de empezar en la nueva aventura. “Por ejemplo, que alguien se encargue de acompañarte al trabajo si no conoces la línea de guagua que tienes que coger”, manifiesta Pérez. Es algo que también trabajan desde la asociación, que las personas cuenten con seres queridos a su alrededor que les ayuden a seguir adelante. “Si tuviéramos más tiempo y no estuviéramos limitados por las obligaciones de la financiación, a lo mejor tardaríamos mucho más”, afirma Galván. Esto es así porque desde la ONG también ayudan a que, aquellas personas que no cuentan con familiares, encuentren su propio círculo.
Tony, por ejemplo, tiene a su familia. “Yo no sé ni leer ni escribir, pero sé mucho más que algunas personas”, sostiene. Y aunque no sepa lo anterior, tiene a su madre y su hermano que lo ayudan con la parte administrativa. “No he tenido la oportunidad de trabajar en un taller porque no tengo la formación”, pero le encanta el tema del motor y es una persona muy independiente. “Me gusta trabajar a mi ritmo”, concluye.