Cuando llega el mediodía la actividad en la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria se calma. Hay más sosiego, se vuelve complicado encontrar un taxi y los pasillos se inundan de vacío. Al menos, a ojos de la ciudadanía. Los despachos ubicados en las diferentes torres y plantas continúan repletas de trajín con la sensación de que al día le faltan horas. El trabajo se acumula sin compasión a todos por igual.
Tomás Martín lo sabe, pero aún así consigue sacar un momento para atender con mucho aplomo a este periódico con el objetivo de hablar sobre cifras, vivencias y anhelos de su trabajo diario como juez de menores. Está al frente del juzgado especializado en Violencia contra la Infancia y la Adolescencia. “Es único en España y en el mundo”, expone con orgullo.
Las salas
Antes de llegar al momento de acomodarse para hablar largo y tendido no duda en enseñar a quien escribe estas líneas las dependencias habilitadas para que los niños vivan la experiencia de forma más relajada y se sientan en un entorno cómodo. Algunos ejemplos son una pizarra enorme para dibujar, un proyector para ver películas, juegos o libros donados.
También hay una sala para desarrollar los juicios en las que entra el acusado con la defensa. Unos metros más allá hay otra donde Martín está con el menor mientras efectúa su declaración. Solo la componen algunos muebles y una mesa redonda de cristal.
Más conciencia
El proyecto, que se desarrolla en la Instrucción número 3 de Las Palmas de Gran Canaria, aún está está en fase piloto y ha cumplido dos años. Un tiempo en el que las denuncias se han incrementado el 66,3% –pasando de 365 a 607–. El juez tiene claro que la causante –desde el punto de vista positivo– es la mayor conciencia social que existe.
“Se ha producido un incremento de sensibilización de forma manifiesta. De tal manera que el volumen de denuncias que nos entra ahora del ámbito educativo y sanitario hasta quintuplica los del año anterior”, apunta.
Casos ocultos
“La violencia contra la infancia y la adolescencia va a menos por la sensibilización, pero ha estado normalizada durante mucho tiempo. O se ha relativizado como en los supuestos de acoso escolar donde se producían auténticos ilícitos penales. Se acabó el mirar para otro lado”, continúa.
El magistrado explica que el dato sale de la cifra de prevalencia, es decir, de hechos que antes estaban ocultos y ahora ya no quedan así. “No hay un mayor número de delitos que se estén cometiendo, sino que ese mirar para otro lado se ha terminado. Nos llegan denuncias directas de profesores, de hogares de protección”, comenta.
Factores culturales
Subraya que si antes la situación era distinta es por factores culturales. “En este país podemos decir que hasta hace bien poco la violencia de género estaba socialmente encubierta”, resalta.
Martín declara que con la violencia contra infancia ha ocurrido lo mismo porque, dice, ha estado aceptada en el ámbito educativo y en lo que se ha conocido como la intrafamiliar. “Cada generación tiende a ser mejores ciudadanos que la anterior y eso ha permitido que las sociedades evolucionen hasta el día de hoy”, apostilla.
Detección precoz
Las diligencias por presuntos delitos contra la libertad sexual sobre menores crecieron un 95% en el partido judicial de Las Palmas de Gran Canaria –incluye la capital, Santa Brígida y San Mateo–. Relata que al hacer vaciados ven que el origen de muchas denuncias han llegado desde el ámbito escolar y acaban teniendo un testimonio donde descubren que los hechos ocurren desde hace mucho tiempo. Por eso, “es muy importante la detección precoz”.
Con la nueva dinámica han transformado en una sola declaración grabada en vídeo lo que antes era la entrevista de la forense, de la pediatra y la declaración policial de la víctima. “Hay plena coordinación con los servicios sociales de Las Palmas”, agrega.
300 víctimas
El magistrado expone que la mudanza a ese edificio “abre una puerta en cuanto a dotación de medios porque los espacios con los que se contaba para habilitar espacios y entornos amigables permitió dotarlos de unas salas que permitiera crear un material probatorio de mayor calidad”.
La experiencia piloto se ideó para que cuando se crearan los juzgados hubiera experiencias previas que ofrecer. Hasta el momento han atendido, al menos, a 300 víctimas. “Creamos toda una estructura que varía muchísimo del trabajo de un juzgado normal”, sentencia Martín.
El balance es positivo y exclama que han vivido experiencias muy gratificantes. “Hemos tenido mucha suerte”, comenta. “Que un adolescente a la hora de marcharse del juzgado te diga que si te puede dar un abrazo te hace pensar que ha salido todo perfecto”, sostiene.