Lagartos con el morro destrozado o aves, como pinzones azules y pardelas, con las alas rotas son algunas de las víctimas de los gatos asilvestrados que viven en Gran Canaria. La sobrepoblación de felinos en enclaves naturales de la isla ha llevado a que el Cabildo insular haya abordado el tema en busca de posibles soluciones para conciliar la protección de la biodiversidad con la gestión de las colonias de gatos, que ha comenzado con una reunión con los ayuntamientos.
Entre las posibles soluciones, se plantea reubicar o acotar las colonias, aunque por ahora todo se mantiene en pruebas para ver cuál es el mejor camino para proceder, según el consejero de Medio Ambiente insular, Raúl García Brink. La intención del Cabildo no ha sido de agrado para protectoras, gestoras de colonias y animalistas de la isla que se mantienen reacios ante la consideración de los gatos como especie invasora y recurren a la defensa de la Ley de Bienestar Animal.
Opinión de las protectoras
A finales de septiembre, la Consejería de Medio Ambiente del Cabildo grancanario convocó a los ayuntamientos para tratar la gestión de las colonias felinas en espacios naturales protegidos. Asociaciones defensoras de los animales, como FAADA, no han aceptado la categorización como especie exótica invasora de los felinos y consideran que retirar a las colonias de estos espacios para reubicarlos va en contra de lo recogido por la Ley 7/2023 y tergiversa el contenido del Decreto 630/2013 y la Ley 42/2007 de Patrimonio Natural y Biodiversidad.
Según la organización, la ley prohíbe la retirada y reubicación de gatos comunitarios sin cumplir con los requisitos establecidos, además de exigir que cualquier acción de este tipo preserve el bienestar animal bajo supervisión veterinaria.
Dos normativas que chocan
El Cabildo ha desmentido a este medio que cuenten con plan específico para la gestión de las colonias felinas. Pues, por ahora, se encuentran elaborando pruebas y con dos proyectos piloto para ver cómo actuar. García Brink ha subrayado la complejidad del tema, destacando que se encuentran en medio de dos normativas que a menudo chocan entre sí: la ley de bienestar animal y las leyes de protección de los espacios naturales protegidos.
Ya que la aplicación del método CES (Captura, Esterilización y Suelta) en colonias de gatos comunitarios en espacios naturales protegidos podría estar vulnerando varias disposiciones legales, apunta el consejero. Este método, que consiste en devolver los gatos esterilizados a su lugar de origen, podría incumplir el artículo 333 de la Ley Orgánica 10/1995 del Código Penal, que establece penas de prisión para aquellos que introduzcan o liberen especies no autóctonas que perjudiquen el equilibrio biológico; al igual que la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, que recoge una disposición similar en los artículos 80.1.g y g bis, prohibiendo la liberación o introducción de especies exóticas invasoras o domésticas en el medio natural sin autorización administrativa.
Proteger a las especies autóctonas
Según el consejero, el “bien superior” en este caso es la protección de los entornos naturales, sobre todo frente a las amenazas que suponen las especies exóticas invasoras, como los gatos callejeros. Es el caso del lagarto gigante de Gran Canaria, que se encuentra en peligro de extinción, que ya se enfrenta a presiones debido al cambio climático, la escasez de agua y la presencia de serpientes, viéndose ahora también amenazado por la alta población de gatos en la isla.
García Brink recordó que estudios científicos señalan que en España, millones de animales mueren cada año a manos de gatos callejeros. En el caso de Gran Canaria, se estima que hay alrededor de 65.000 gatos en las calles.
Trabajar de manera colaborativa
No se está hablando de eliminar las colonias felinas de manera radical, sino de trabajar de manera “racional” para minimizar el impacto de estos depredadores en los ecosistemas insulares, todo ello en colaboración con los ayuntamientos y las propias personas gestoras de las colonias de gatos, expone el consejero.
Entre las propuestas, se incluyen dos proyectos piloto que se llevarán a cabo para reubicar gatos en zonas fuera de los espacios protegidos. “Vamos a trabajar colonia a colonia y ver qué decisiones tomar”, apunta García Brink, que lamenta que algunos de estos esfuerzos han sido frustrados por actos vandálicos, como la destrucción de trampas y la sobrealimentación de los gatos por parte de la ciudadanía en la madrugada.
El Cabildo reitera su intención de trabajar de manera colaborativa con todos los sectores implicados, buscando un equilibrio entre la protección del medio ambiente y el bienestar de los animales, cumpliendo la ley. “No estamos diciendo que se acaben las colonias felinas, sino que tenemos que actuar con cabeza y asegurar que las futuras generaciones puedan conocer especies como el lagarto gigante de Gran Canaria”, concluye el consejero.