El apagón acontecido el pasado fin de semana en La Gomera señala en una dirección. Los informes de instituciones como el Instituto Tecnológico de Canarias lo confirman, como ha publicado este diario. Todo apunta a Endesa.
La maquinaria que operaba en la isla estaba mayormente obsoleta. Más de la mitad de los generadores de electricidad quedaron desfasados hace tres años; cinco de las nueve unidades de producción de la central de El Palmar ya habían consumido su vida útil regulatoria en 2020.
La empresa tenía que haber acometido mejoras que no ha llevado a cabo -¿tiene algo que decir Red Eléctrica?-, pero el desprestigio reputacional y las multas -ingentes para usted, nimias para ellos- que al final terminan pagando no parecen ser problemas que tengan prisa en solventar.
Una tras otra
La historia dice que es así. La Palma, El Hierro, Tenerife recurrentemente y ahora La Gomera han vivido, a lo largo de los últimos cinco años, apagones que han dejado a su población, en mayor o menor medida, a la espera de que una empresa monopolista que en Canarias trabaja bajo el principio de acción-reacción. Hay un problema, se solventa, pero no se acometen cambios indispensables para unas instalaciones desfasadas.
Prisa no tiene, pese a que las multas impuestas por el Gobierno de Canarias superan los 50 millones de euros. Unas sanciones que han llegado a tildar de “irracionales”, como la de 16 millones que se le impuso por el apagón de 2020.
Calcule las pérdidas de una jornada de nueve a cinco de la tarde en un 15 de julio en Tenerife y súmele la imagen que se proyecta al exterior y piense si la multa de 16 millones es irracional para una empresa que obtuvo en 2022 un beneficio neto de 2.541 millones de euros.
Reunión con los empresarios
Obviamente, las reuniones ya han comenzado. Este miércoles hubo un encuentro auspiciado por el Cabildo de La Gomera al que asistieron miembros del empresas del transporte (Fred. Olsen, Armas), supermercados (Spar, Hipertrébol) o constructoras (Sabina, El Silvo), además de representantes de instituciones como Puertos del Estado, el Aeropuerto de La Gomera o la Cámara de Comercio de Santa Cruz de Tenerife.
Cordialmente la intención era trasladarle a Pablo Casado, director general de Endesa en Canarias, el malestar de los diferentes agentes económicos, al tiempo que ejercer presión (suave) para que se acometan obras en infraestructuras sensibles como el hospital insular o zonas con mayor demanda energética, como el enclave turístico de Valle Gran Rey.
El comunicado emitido por la corporación insular habla de las reclamaciones hechas a Endesa, “aunando criterios” con el empresariado, pero no menciona la respuesta de la compañía. Lo cierto es que no había nada que reseñar.
Hartazgo
Entre tanto la población gomera vive en la incertidumbre, alertada por la posibilidad de que esta situación se vuelva a repetir.
Una vecina de San Sebastián que atendió a Atlántico Hoy lo resume así: “Aquí nunca había pasado nada tan grande y no sabíamos muy bien al principio. Cuando pasaban las horas ya vimos que era grave, pero aquí nos ayudamos todos. Lo que pasa es que ya no sabemos si va a volver a pasar, y hay mucha gente nerviosa”. Aquí y en el resto del Archipiélago.
Las declaraciones a la radio autonómica del viceconsejero de Presidencia del Gobierno de Canarias, Alfonso Cabello, van en esa línea, pues este mismo jueves aseguró que el riesgo de que lo sucedido en La Gomera se repita en otras islas es real, ya que Endesa y Red Eléctrica “no han revisado sus instalaciones”.
“Es lo que hay”
Por lo que ha podido recabar este diario, cunde la impresión entre los gomeros, extensible en gran medida a toda Canarias, de que la clase política regional adolece de un posicionamiento firme a la hora de exigir las mejoras mínimas necesarias para garantizar un suministro eléctrico acorde a las necesidades de una región que no para de crecer en población y llegada de turistas.
Varios testimonios cuentan que aquel domingo, al despertarse sin luz, se vivieron momentos similares a los de la pandemia. “Todos estábamos desconcertados”, relata una señora que piensa que si algo hubo de positivo es que habló con la gente “más que nunca desde el COVID”.
“¡Que les den su merecido (a Endesa)!”, pide su vecina. “Los políticos no se posicionan ni se responsabilizan ni le exigen nada a Endesa y esto se tiene que acabar. Ya pasó muchas veces en Tenerife y ahora aquí. Espero que cuando pongan el cable (el submarino que unirá energéticamente a ambas islas) no nos dejen a todos sin luz”.
Una farmacéutica tinerfeña de ascendencia gomera es taxativa: “Ya no te sorprende. Toca aquí o en el sur, o como ahora en La Gomera, pero nadie lo ve como algo raro. Es lo que hay”.
¿Cambio de mentalidad?
La geografía canaria hace que Endesa juegue con ventaja cuando se producen estos ceros energéticos, locución tramposa para definir a los apagones. Desde que tienen lugar hasta un par de semanas después de las pérdidas del suministro son muchas las voces, principalmente políticas, que alzan la voz y piden responsabilidades al operador monopolista de la región. Pero luego el empuje se pierde a la espera de un nuevo apagón.
Sin embargo, algo ha cambiado con La Gomera, coadyuvado por las circunstancias particulares de este caso concreto. Influye en ello que los apagones que tuvieron lugar en el resto de las islas de la provincia occidental se produjeron en épocas en las que el impacto sobre el turismo era menor, en marzo (La Palma), mayo (El Hierro) y septiembre (Tenerife).
Hubo una excepción, porque un apagón en Tenerife se produjo a mitad de julio, pero de 2020, poco más de un mes después de que se relajasen las medidas del confinamiento al que se vio sometida toda la población del país por culpa de la pandemia de COVID-19. El número de turistas en Canarias descendió aquel séptimo mes del año un 80%.
Ahora, en plena recuperación, un nuevo apagón afecta al Archipiélago, a una isla como La Gomera donde los meses de verano se ven, en muchos casos, como el sustento de todo el año. Canarias no puede permitirse ni una más y parece que la población empieza a darse cuenta de ello.