Las
restricciones por la covid han dejado este año en un segundo plano a la
calabaza decorativa para Halloween, pero no a las variedades comestibles, cuya producción y consumo se ha disparado en la última década en Europa al ser un
alimento versátil, nutritivo, de bajo precio y larga vida comercial.Aunque es un fruto que está disponible todo el año,
sus mayores ventas se producen en octubre, impulsadas por el empuje del otoño a tomar platos y cremas calientes en las que la calabaza es ingrediente estrella;
la Comunidad Valenciana es su mayor productora, seguida de Canarias.
Recorte en la producción
La limitación de reuniones y de visitas a parques temáticos y restaurantes y de las fiestas en torno a Halloween por la pandemia ha provocado un recorte este año la producción de calabaza de tipo americano, que al tener poca pulpa se convierte en la más idónea para vaciar y tallar en esta celebración.El responsable comercial de la mayorista Frutas Manguan, Javier Díaz, ha explicado a Efeagro que
la calabaza ornamental ha sido la gran damnificada este año por la covid, pero que su futuro está asegurado porque "Halloween ha venido para quedarse".Por las ventas de los últimos años, la compañía percibe que esta fiesta tiene cada vez
"más implantación, con muy buena acogida entre los niños y un creciente público de otras edades".Asomafrut ha constatado que este mes hay menos oferta y menos empresas que venden calabaza de Halloween en el mercado central de frutas madrileño, donde algunos puestos hablan de un descenso de ventas de entre un 30 % y un 40 %, con más incidencia en la categoría más grande.
Gran demanda
Según el responsable de desarrollo de curcubitáceas de Sakata Seed Ibérica, Joaquín Navarro, en lo que llevamos de siglo se ha pasado de la producción y consumo de variedades locales tradicionales a la comercialización de híbridos de la variedad butternut o cacahuete, con calibres diferentes según las demanda."Este producto cumple todas las expectativas para el
crecimiento rápido de consumo, ya que permite la producción intensiva, su oferta se alarga hasta nueve meses y tiene poco destrío en almacenaje", detalla.Para el cocinero Sergio Torres, se trata de un alimento que
"tiene para hacer un libro entero de recetas dulces y saladas", y como ejemplo sirve en su restaurante con su hermano Javier un aperitivo que consiste en una "lámina de calabaza con sus pipas tostadas, paté de foie y trufa, que estéticamente es una maravilla"