La cuarentena ante la pandemia del coronavirus ha obligado a muchas familias a agudizar el ingenio y uno de los recursos más socorridos es la cocina, sobre todo la repostería por poder participar en ella los más pequeños de la casa, aunque se deba tener siempre cuenta la salud.
La falta de movilidad por el confinamiento y el uso de algunos ingredientes habituales de la repostería pueden suponer un problema calórico, y por eso el maestro pastelero valenciano Salvador Pla apunta a Efe que "no todo vale" en la elaboración de dulces en casa, ya que puede derivar en problemas para la salud y se debe potenciar el uso de ingredientes saludables.
El riesgo del sedentarismo
"Hay que tener en cuenta que vamos a estar en un momento de sedentarismo más acusado y dado que tenemos que estar el mayor tiempo ocupados, muchas veces con niños, aconsejo elaborar repostería dulce y salada con menor índice calórico", explica Pla.
Para el repostero valenciano, mejor pastelero del Mundo en 2018, es factible hacer en casa todo tipo de masas para hacer brioches, bizcochos y cocas saladas o focaccias, con productos como harina de espelta porque es "menos rica en gluten, menos alergénica, tiene un leve sabor a nuez y se puede encontrar en cualquier horno tradicional".
"A la vez que ofrecemos productos elaborados, también nos pueden pedir ingredientes básicos y materia prima para poder elaborar sus productos en casa", indica Salvador Pla, quien aconseja usar azúcar integral de caña o miel, que están menos transformados que el azúcar blanca.
Con el doble objetivo de una alimentación saludable y ocupar tiempo en familia, el repostero valenciano, propietario de la pastelería Monpla en Valencia, ofrece dos recetas de elaboración, una dulce y otra salada, cuyas elaboraciones "apenas tienen dificultad y puede participar toda la familia".
Una receta dulce...
Pla apuesta por un dulce típico de las fechas que se avecinan como la mona de Pascua: "Para ello se necesitan 500 gramos de harina de media fuerza, 80 de azúcar integral de caña, 40 de miel -con lo que la masa queda más tierna, más húmeda y se conserva más tiempo-, 160 de leche, 50 de aceite de oliva, 20 de levadura fresca y un huevo", apunta sobre los ingredientes necesarios.
Se mezclan todos los productos y se amasa hasta formar un especie de bola y se deja a temperatura ambiente en un bol tapado con papel film siempre hasta que doble su volumen, un proceso que dura una hora. Cortamos la pieza a ojo y formamos la mona tradicional de Pascual con la forma que se desee.
Una vez formado lo tenemos que dejar siempre tapado con un paño fuera de la corriente de aire y en hora y media habrá doblado su volumen, momento en el que hay que meterlo en el honor a 200 grados entre 7 y 8 minutos, explica Pla a Efe.
... Y otra salada
La receta salada por la que se decanta el pastelero valenciano es una focaccia, con la que "sorprender a los niños", ya que es como una pequeña pizza desde una masa de pan a la que se pueden poner complementos por encima.
Para la elaboración de esta masa salada se precisan 500 gramos de harina panificable, 10 de sal, 20 de azúcar integral de caña, 40 de aceite de oliva, 330 de agua y 15 de levadura, seis ingredientes básicos que se amasan y luego se forman pequeñas focaccias de 80 gramos que fermentan durante una hora tapado y sin aire. Una vez fermente se le ponen los complementos encima al gusto y se mete en el horno entre 15 y 20 minutos a 180 grados.
Respecto a la parte superior de la masa, Salvador Pla sugiere añadir tomate frito en la base, longaniza fresca, dados de jamón cocido y queso emmental en la "versión niños", mientras que para los padres considera una buena opción cebolla pochada en la base, rúcula, tomate cherry, sésamo tostado y bolitas de mozzarella.
"Con esta receta salada tenemos la cena de los niños y los padres, mientras que la receta dulce sirve para desayuno y merienda, ya que además de una mona con esta masa también se puede elaborar otro dulce típico valenciano, como es un panquemado pequeño", añade.
Pla explica que esta actividad compartida en familia también tiene una función pedagógica para los más pequeños que pueden ver "lo que cuesta hacer las cosas y el trabajo que lleva el producto que te encuentras ya hecho cuando vas a la tienda".