Antes y después del incendio forestal de Tenerife, los pilotos de hidroaviones y de helicópteros son vistos como unos héroes para el conjunto de Canarias. No cabe duda de que esta importante profesión ha llamado la atención de todos aquellos que se ven pilotando un avión de estas características y apagando incendios en el futuro. Pero, ¿qué se debe hacer para convertirse en un piloto de hidroaviones?
El teniente Pablo Llobell, que estuvo presente desde el primer momento en el incendio de Tenerife y que forma parte del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, explica a Atlántico Hoy los pasos que tuvo que seguir para convertirse en lo que es hoy en día. “Entré en la Academia General del Aire (AGA), que tiene base en Murcia”, comienza. “Se entra directamente con la nota de selectividad y, luego, realizas unas pruebas físicas, médicas y otras especiales para ser piloto”. Tras esto, Llobell estuvo cinco años en la academia donde también estudió una ingeniería industrial a la vez que realizaba la formación militar y la aeronáutica para ser piloto.
Estudios
La AGA se encarga de impartir, por tanto, la enseñanza militar de formación del cuerpo general, de los cuerpos de intendencia e ingenieros, la enseñanza técnica o de especialidad fundamental de la titulación requerida para el acceso al cuerpo de intendencia. Además, la formación de carácter general militar de los cuerpos comunes de las Fuerzas Armadas.
“El sistema de enseñanza militar está integrado en el sistema educativo general y proporciona a los alumnos la capacitación para la incorporación a sus respectivas escalas. Además, en el caso de los alumnos de la enseñanza militar de formación de oficiales del cuerpo general, al finalizar sus estudios obtienen el empleo de teniente del Ejército del Aire y del Espacio y el título de Grado de Ingeniero de Organización Industrial”, explica la web del Ejército del Aire.
43 Grupo
La misión principal del 43 Grupo de Fuerzas Aéreas, según el vigente acuerdo de colaboración entre el Ministerio de Defensa y el Ministerio de Medio Ambiente, es colaborar con la Dirección General para la Biodiversidad en la extinción de incendios forestales. La misión secundaria es participar en el apoyo de las misiones SAR (búsqueda y salvamento).
“La misión de extinción es, sin duda, uno de los vuelos que más riesgos entraña”, continúa el Ejército del Aire. “El vuelo a muy baja altitud, el humo que disminuye la visibilidad, el viento que provoca turbulencias y aviva el fuego, la gran concentración de medios aéreos sobre la misma zona, la orografía de la zona de incendio que suele ser escarpada… Son factores de riesgo que el 43 Grupo asume y afronta con seguridad a través de un continuado plan de adiestramiento. Conociendo lo arriesgado de la misión es fácilmente comprensible el gran número de horas de experiencia necesarias antes de actuar como comandante de aeronave en misiones de extinción”.