A nadie le amarga un dulce o eso dice el dicho. En el corazón de las impresionantes islas canarias, entre paisajes montañosos que parecen sacados de un cuento y una auténtica explosión de sabores locales, se encuentra un pequeño tesoro.
Este encantador pueblo canario, situado en la isla de Gran Canaria, es mucho más que un rincón pintoresco en medio de la naturaleza. Tejeda es un destino que combina la tradición con la exquisitez, donde los dulces autóctonos deleitan los sentidos y las escapadas rurales ofrecen una experiencia única.
Un pueblo rural
El pueblo de Tejeda se encuentra en la cumbre central de Gran Canaria, desde donde se puede ver el icónico Roque Nublo, símbolo de la Isla.
Es un lugar tradicional, todavía las casas están pintadas de blanco, como sucede también con Fataga, espacios que siguen conservando las fachadas impolutas y los techos de teja. También hay un pequeño museo en el que adentrarse para ver las tradiciones de los pueblerinos y para los más aventureros hay senderos que te harán perderte en un entorno maravilloso.
Los mejores dulces
Si vas a Tejeda no puedes volver sin haber probado los dulces. La repostería se basa en la almendra, aunque hay quien prefiere deleitarse con la gran variedad de palmeras que ofrecen.
De kinder, de lotus, de pistacho,de cubanito o de kit-kat, son algunas de las más de treinta opciones disponibles. Las Lajas del Nublo o las Piedras de Tejeda son otros dos postres famosos que ofrecen las dos dulcerías por excelencia del pueblo, Dulcería Nublo y Dulces de Tejeda, que ya cuenta con otra tienda en la capital de la isla.
Al fin y al cabo para visitar un pueblo hay que llevar a rajatabla el "barriguita llena, corazón contento".