En el siglo XV el hoy día cotizado litoral canario era considerado fuente de peligros. Los temidos ataques de flotas enemigas o las incursiones en tierra de piratas y otros bandidos del mar obligaban a buscar refugio en el interior de las islas, buscando asentamiento en esos parajes que hoy día pierden población en favor de las masificadas zonas costeras.
Por ello es comprensible que los colonizadores de Fuerteventura, Jean de Bethencourt y Gadifer La Salle, se asentaran en un enclave resguardado y fértil de Fuerteventura para fundar en 1404 la Villa de Santa María de Betancuria. Si bien el primer asentamiento estratégico de los normandos en Canarias fue San Marcial de Rubicón, en Lanzarote, con la fundación de Betancuria se marca el inicio de la vida urbana en el Archipiélago.
Pese a que esta villa ostenta el título de Capital Histórica de Canarias por su condición de enclave fundacional, la población residente ha menguado hasta el punto de convertirse en el municipio menos poblado de Canarias. Aunque puedan existir núcleos poblacionales con menos habitantes en el archipiélago, los datos de ISTAC de 2023 son claros: con tan solo 816 residentes censados, Betancuria es la entidad municipal menos poblada de las 88 que componen Canarias.
Un encanto reconocido
Fachadas blancas, piedras volcánicas oscuras, colorida vegetación y tonos ocres de tejas componen el espejismo de este pueblo que florece en medio del paisaje semidesértico del interior de Fuerteventura. Pero además Betancuria fue reconocida como conjunto histórico en 1979, con la iglesia de Santa María como construcción vertebradora que marca la pauta de estilo de edificaciones como la ermita de Santa Inés o incluso las ruinas del convento franciscano de San Buenaventura.
Según la prestigiosa revista National Geographic, esta villa fundacional destaca por su belleza entre los pueblos de Canarias, en un listado en el que también se incluyen Teguise (Lanzarote),Valle Gran Rey (La Gomera), Tejeda (Gran Canaria) , Haría (Lanzarote) e Icod de Los Vinos (Tenerife). Asimismo Betancuria también ha sido considerado como uno de los Pueblos Más Bonitos de España e incluida en el listado que realiza esta asociación.
Más allá del casco histórico
Fuera del coqueto entramado urbano del casco histórico, Betancuria también ofrece al visitante otros elementos de interés como la ermita de Nuestra Señora de la Peña, patrona de la isla. Situado en la Vega del Río Palmas, este monumento declarado Bien de Interés Cultural en 1985 congrega acoge cada tercer sábado de septiembre, con motivo de la festividad de la Virgen de la Peña, a romeros y peregrinos que acuden desde todos los lugares de la Isla a rendir culto a la patrona.
Como enclave histórico canario, Betancuria alberga el Museo Arqueológico y Etnográfico de Fuerteventura, sede del conocimiento sobre los los mahos. El legado aborigen que afloró en yacimientos como Montaña Tindaya, Cueva de Villaverde, La Atalayita, La Fortaleza o La Pared se recoge y expone en este espacio museístico que reconstruye la cultura y costumbres del pueblo que sobrevivió durante más de dos mil años en las tierras áridas de Fuerteventura.
Para completar el recorrido por el legado majorero puede visitarse el mirador de Guise y Ayose donde la mirada se pierde hasta el horizonte en las impresionantes vistas. Además, por medio de las dos enormes esculturas de 4,5 metros de altura del artista Emiliano Hernández, el visitante podrá conocer a los últimos monarcas de los reinos que conformaban la isla: Guise de Maxorata y Ayose de Jandía, quienes posteriormente aceptarían la autoridad de Bethencourt y serían bautizados como Luis y Alfonso.