Cristóbal Colón, que hizo una parada técnica en Gran Canaria allá por el 1492, dejó varias historias plasmadas en su fiel diario en el que detalló su estancia en varios puntos de Canarias. Uno de ellos fue Las Palmas de Gran Canaria. En la capital se albergó en la casa del gobernador Maldonado, ahora conocida como la Casa Colón —aunque su estancia ahí fue más bien fugaz—.
También en La Gomera hay una casa que porta su nombre con gran orgullo, pero hay un pueblo canario que guarda en secreto una hipótesis que varios historiadores sostienen. Colón paró en un muelle para arreglar varios elementos de su buque, La Pinta, y aseguran que lo hizo en Sardina del Norte, en Gáldar.
Colón y el norte de Gran Canaria
La parada del conquistador siempre ha estado en tela de juicio. Los estudiosos se dividen entre los que apuestan por la teoría de que Colón paró en Maspalomas y los que sostienen que fue en Sardina del Norte.
No sería muy alocado pensar que el pueblo costero del norte de Gran Canaria fue uno de los puntos elegidos para dejar y reparar la carabela Pinta que necesitaba con urgencia cambiar el velamen y componer el timón. Sardina es un lugar con mucho encanto, aunque en 1492 la estampa sería muy diferente a la actual —ahora con un bonito paseo que recorre su playa principal, varios restaurantes y muchas casas pegadas al litoral—, ya debía ser un enclave idóneo para una parada técnica.
Sardina del Norte
En el pueblo que pertenece al municipio de Gáldar hay mucho por descubrir. Sin duda es una parada obligatoria para aquellos que recorran la isla de punta a punta. Su playa, de aguas turquesas y arena dorada es el lugar perfecto para disfrutar de un día soleado en solitario o en familia.
Para los más aventureros se reserva el fondo marino. Sardina es uno de los lugares favoritos de los amantes del buceo. Repleto de vida, la costa galdense permite descubrir numerosos ejemplares desde la orilla hasta mar adentro. El mismo muelle desde el que se adentran los buzos es el que sirvió siglos atrás a Cristobal Colón y su carabela para hacer una parada.
El muelle de Sardina
Aunque actualmente no es un muelle importante —ha quedado a la sombra del Puerto de La Luz y el Puerto de las Nieves—, en su día sí que lo fue. Era un puertito menor desde el que se canalizaba la entrada de la producción agrícola y también su salida hacia otros lugares. Hasta el siglo XVI la industria azucarera impulsó el muelle del pueblo y posteriormente su importancia disminuyó hasta convertirse en lo que es actualmente, un muelle con poca funcionalidad pero con un gran valor histórico.
Otro punto importante es el Faro de Sardina, desde el que se pueden ver los atardeceres más impresionantes del norte. Este punto de referencia para los barcos y navegantes emitió su primer destello en 1891 y a día de hoy se ha convertido en un entorno de postal que visitan numerosas personas diariamente.
Si Colón estuvo en Sardina del Norte —tal y como sostienen los historiadores— tuvo la suerte y el privilegio de recorrer un pueblo costero que aún esconde maravillas, playas de arena o de piedra, lugares para ver el amanecer y el atardecer, un fondo marino inigualable y calas y charcos escondidos para quien dedique un día a bordear parte del litoral galdense como siglos atrás hizo el conquistador italiano.