El pueblo de Canarias que tiene nombre en euskera: no lo saben ni los vascos ni los canarios

Aunque ambos lugares se encuentran en el noroeste de sus respectivas provincias, esta conexión ha pasado desapercibida tanto para los vascos como para los canarios

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Imagen de una persona confundida / CANVA
Imagen de una persona confundida / CANVA

En el vasto y diverso panorama de la toponimia de España, encontramos curiosidades que nos sorprenden a todos. Una de estas curiosidades es que un pueblo de Canarias, comparte una raíz toponímica con un municipio del País Vasco.

Aunque ambos lugares se encuentran en el noroeste de sus respectivas provincias, esta conexión ha pasado desapercibida tanto para los vascos como para los canarios. Pero, ¿qué hay detrás de esta relación entre ambos nombres? ¿Y cómo llegaron los vascos a influir en la toponimia canaria?

La relación entre Canarias y el País Vasco

En 1984, Néstor Goicoechea Araluce, en su obra "Estudios sobre Toponimia Vasca", editada por la Diputación Foral de Vizcaya, destacó la existencia de un patrón en la toponimia vasca. Goicoechea afirma que el sufijo "-aga" es un elemento toponímico "muerto", es decir, que ya no se usa activamente en la lengua moderna, pero que antiguamente denotaba un lugar. Ejemplos como Arriaga (lugar de piedras) o Arteaga (lugar de encinos) son claros ejemplos de este sufijo en el País Vasco. Y aquí es donde la conexión con Gáldar entra en juego.

En Canarias, como también ocurre en Marruecos, hay numerosos topónimos que contienen el sufijo "-aga" o combinaciones similares, lo que lleva a algunos estudiosos a pensar en una influencia o relación histórica entre estas tierras. Nombres como Marzagán, Arinaga, Mazagán, Agadir o Agaete comparten ese mismo elemento toponímico, sugiriendo que el sufijo "-aga" también denotaba lugares específicos en la geografía insular, particularmente relacionados con montañas, alturas o roques, como señala el experto Álvarez Delgado en su estudio "De lingüística grancanaria. Toponimia".

Así, la raíz "Gal", que aparece tanto en Gáldar como en Galdácano, podría estar vinculada a un origen geográfico o paisajístico similar, evocando características topográficas compartidas en las culturas antiguas de ambas regiones.

La presencia de vascos en Canarias: una influencia histórica

Para entender mejor la conexión entre Gáldar y Galdácano, es esencial remontarnos a la historia de la conquista de Canarias y la llegada de los vascos a las islas. Aunque la influencia vasca en Canarias no es tan conocida como otras, lo cierto es que desde el siglo XV, los vascos jugaron un papel importante en la colonización y desarrollo de las islas.

Durante la conquista de Gran Canaria, alrededor de 1480, los Reyes Católicos facilitaron a Pedro de Vera, el gobernador encargado de la acción militar, la posibilidad de realizar repartimientos de tierras a quienes le ayudaran en la colonización. En este contexto, un número importante de vascos llegó a las islas, muchos de ellos bajo el mando de Michel de Múxica, un destacado vizcaíno que lideró expediciones militares en la región.

Según los registros históricos, Múxica no solo reclutó a vascos para sus tropas, sino que también trajo consigo a albañiles, zapateros y peones vascos que se asentaron en la isla. Sin embargo, su expedición en 1482 no tuvo éxito, ya que Múxica murió en el ataque a la fortaleza de Ajodar junto con gran parte de sus tropas. A pesar de ello, los vascos dejaron una huella en la isla, y algunos historiadores creen que influyeron en la toponimia local, con nombres de lugares que les recordaban a su tierra natal.

La nostalgia vasca y la toponimia canaria

Es probable que la llegada de los vascos a las islas, en un entorno hostil y lleno de peligros como los ataques de corsarios y piratas, despertara en ellos una fuerte nostalgia por su tierra natal. En este sentido, algunos toponimistas creen que los vascos, al reconocer similitudes entre el paisaje montañoso y los accidentes geográficos de Canarias y su propio País Vasco, decidieron nombrar algunos lugares con términos que les resultaban familiares.

De esta forma, la toponimia vasca podría haber dejado su marca en lugares como Gáldar y otros puntos de la isla, como una especie de "recuerdo" de su tierra de origen. Aunque esta teoría no está del todo confirmada, es una posibilidad que encuentra cierto apoyo en los patrones toponímicos vascos que aparecen en Canarias.

Topónimos similares: Aga, Ap, y más

El sufijo "-aga", que como vimos denota lugar en la toponimia vasca, no es el único elemento compartido en las islas. En Canarias también encontramos otros términos que comienzan con "Aga" o tienen una forma similar. Álvarez Delgado, en su estudio sobre la toponimia canaria, menciona nombres como Agaud, Agando, Agala, Agache y Tagarnina, todos los cuales designan montañas, roques o alturas que dominan el paisaje. Este uso del sufijo "-aga" para denotar montañas o lugares elevados en Canarias parece estar en línea con su uso original en el País Vasco.

Es posible que estas similitudes no sean fruto de la casualidad, sino de una influencia más profunda que se remonta a la llegada de los primeros colonos vascos a las islas. El término "Aga", tanto en el País Vasco como en Canarias, parece tener una conexión directa con la geografía, haciendo referencia a características físicas del paisaje, lo que refuerza la idea de un vínculo entre las dos regiones.

Gáldar: más allá de la etimología

Hoy en día, Gáldar es un pueblo importante en Gran Canaria, conocido por su rica historia prehispánica y por ser una de las antiguas capitales del reino indígena de los aborígenes. A lo largo de los siglos, el nombre de Gáldar ha perdurado, y aunque pocos conocen su posible conexión vasca, sigue siendo un testimonio de la compleja historia de Canarias y su relación con otras regiones de España.

Por otro lado, Galdácano, en el País Vasco, ha seguido su propio camino como un municipio próspero en la provincia de Vizcaya. A pesar de las diferencias entre ambas localidades, la coincidencia en sus nombres y la posible influencia vasca en la toponimia canaria nos recuerda que, a menudo, los vínculos históricos se esconden en los detalles más pequeños, como el nombre de un lugar.

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