Después de concluir una de sus obras más icónicas, el Lago Martiánez de El Puerto de La Cruz, y en pleno desarrollo de otras dos proyectos con su genuino sello: el Parque Marítimo de Santa Cruz y el parque del Mediterráneo en Ceuta, a finales de 1988 el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria planteó a César Manrique embarcarse en una nueva creación con el objetivo de renovar gran parte del litoral del municipio y ampliaría su legado arquitectónico en Canarias.
Esta compleja intervención pretendía crear un parque marítimo que conectara Las Canteras con El Confital, además de recuperar la playa de La Puntilla, por entonces ampliamente ignorada por la la ciudadanía.
¿Por qué se frustró la obra?
Este proyecto, que Manrique pretendía asumir junto a los ingenieros Amigó y Olcina -con quienes trabajó en el Lago Martiánez- fue inicialmente un encargo del alcalde Emilio Mayoral. Tras la redacción del anteproyecto y la exposición de la maqueta en la ciudad, un giro político en las elecciones de 1991, retrasó la intervención, con una idea que parecía relegada al olvido.
Sin embargo, incluso después del fallecimiento de César Manrique el 25 de septiembre de 1992, se encargó a Olcina y Amigó redactar el proyecto de ejecución a partir de los planos que habían desarrollado junto a Manrique. De nuevo un cambio de signo político lastró este complejo proyecto que, definitivamente, quedó en papel mojado.
¿Qué incluía el proyecto?
El anteproyecto soñado para las catorce hectáreas del lado sur de La Isleta pretendía utilizar la ladera de la montaña a modo de anfiteatro natural para tomar el sol, con un gran lago central a los pies, salpicados por escultura y motivos propios de las intervenciones de Manrique. A continuación, otro lago de menores dimensiones con cascadas, en parte acuario y en parte piscina, seguido de otro, destinado al público infantil, con toboganes y otros juegos acuáticos.
Constaba, asimismo, de una zona para espectáculos adaptada al perfil montañoso, así como canchas deportivas y edificaciones bajas, con la excepción es de una torre que remataría el conjunto en la El Confital, con un restaurante panorámico y giratorio.
Zona libre de coches
Estas instalaciones se proyectaron como un espacio para el deporte y libre de coches. Por este motivo incluía una zona de aparcamientos subterráneos que darían acceso a un paseo con locales para tiendas y restaurantes. Para la movilidad dentro del complejo se planeó poner un servicio un pequeño tren eléctrico que en su recorrido incluso atravesaría un tramo submarino a través de la cascada de un acuario.
Además se planeó también un campo de golf de nueve hoyos junto a circuitos de bicicleta de montaña o senderos hípicos, así como edificaciones destinadas a delfinario y acuario, además de la conversión en museo de las aledañas Cuevas del Canario para albergar también una visión al legado arqueológico de Gran Canaria.