Ucrania es conocida como "el granero de Europa" debido a las enormes cantidades de grano que se producen en sus campos. Según un informe de Greenpeace, el 70 % de la superficie cultivable de toda Europa se destina a la producción del cereal para alimentar a los animales que después serán consumidos. El hecho de que los agricultores ucranianos no puedan atender sus campos por la situación bélica del país está provocando una hecatombe para el sector ganadero.
Si no hay grano, no hay pienso, que es la base alimentaria de la aplastante mayoría de los animales que se crían para consumir en España. De hecho, más del 80 % de la carne que se produce en nuestro país proviene de las llamadas macrogranjas, ya que los grandes pastos de ganadería extensiva han desaparecido prácticamente en su totalidad. Además, muchos ganaderos ya han anunciado el sacrificio prematuro de los animales, según explican, por no poder alimentarlos.
Debido a esta dramática situación, todos los productos de origen animal que estamos habituados a encontrar en los supermercados incrementarán su precio. Las carnes, los lácteos, los huevos e incluso el pescado alcanzarán nuevas cotas nunca antes vistas. La situación empeora con la huelga de transportistas, que reclaman una regulación en el precio del combustible, aún más desorbitado a raíz de este conflicto.
La subida de precios de productos ataca los bolsillos canarios
Es habitual comprar productos de origen animal a un precio muy económico. Mucho más, de hecho, que ciertos vegetales. La situación podría dispararse si no se imponen medidas para paliar la situación por parte de las Administraciones públicas. No obstante, mucha gente también se pregunta si es sostenible el consumo de animales en la actualidad a este ritmo.
El planeta tiene una respuesta contundente: no. Los altos costes económicos, espaciales y medioambientales de la industria ganadera arrojan un preocupante final si no se interviene de forma urgente. En este sentido, la comunidad científica ha advertido que es imprescindible reeducar nuestros hábitos alimentarios para reducir el consumo de carnes y derivados.
Sin embargo, a pesar de que sigue aumentando el número de vegetarianos y veganos, los países emergentes van a contracorriente. En las economías en vías de desarrollo, la prosperidad se ha visto reflejada, precisamente, en el incremento del consumo de productos de origen animal. Esto se debe a la imposibilidad de obtenerlos en un pasado debido a sus costes.
La subida del aceite de girasol
La falta de aceite, especialmente el de girasol, en los supermercados tiene explicación. De forma similar a lo ocurrido en la pandemia con el papel higiénico, los consumidores temen perder acceso a ciertos productos básicos. Ucrania también produce el 60 % del aceite de girasol que se consume en nuestro país. Al quedar desatendidos los cultivos a causa de la guerra, la producción se está viendo fuertemente mermada.
Ante el miedo a la subida del aceite de girasol, los consumidores han acudido en masa a adquirir litros y litros del denominado oro amarillo. Por este motivo, las grandes superficies ya han comenzado a racionarlo.
La subida de precios de productos a causa de la guerra y el conflicto con los transportistas afectará a todos los consumidores en mayor o menor medida, especialmente en Europa, aunque colateralmente en todo el mundo. Solo queda esperar a que las Administraciones ayuden a paliar el impacto de la guerra y las consecuentes causas de la subida de precios.