El juez de la Audiencia Nacional, José Luis Calama, ha enviado a prisión por tráfico de drogas y organización criminal a 18 personas detenidas en el transcurso de una operación que llevó a desarticular en Cerdedo-Cotobade (Pontevedra) uno de los más grandes laboratorios de cocaína hallados hasta ahora en Europa. El operativo policial se desarrolló de manera coordinada en Galicia y otras localidades españolas, entre ellas Madrid, Bilbao y Las Palmas de Gran Canaria.
Los arrestados forman parte, supuestamente, de una organización controlada por narcotraficantes de México y Colombia que presuntamente dirigía el laboratorio hallado en el interior de una nave de Cerdedo-Cotobade dedicada al procesado de cocaína a gran escala.
El pasado martes 21 de marzo, Atlántico Hoy informó de una de estas operaciones relacionadas con un registro en el domicilio del presunto cabecilla de la organización cuyas iniciales son JACG y que vive en la calle San Bernardo. JAGC, alías 'El flaco', fue detendio mientras paseaba con su perra y en el registro de la bolsa que llevaba se le encontró un kilo de cocaína. Además, otro grancanario detenido responde a las iniciales YHZ y según ha podido conocer Atlántico Hoy, también es propietario de una vivienda en los alrededores de la calle San Bernardo.. En la actuación, que se encuentra bajo secreto de sumario, estaban participando la Brigada Central de Estupefacientes (UDYCO), guías caninos y la Unidad de Prevención y Reacción (UPR). Para ello se desplegaron también medios aéreos.
Macrolaboratorio de cocaína
El epicentro de esta operación antidroga —donde han sido detenidas 18 personas pero que aún sigue abierta— es un pequeño pueblo de la España vacía, la aldea de A Longa de Abaixo. Según cuenta La Voz de Galicia, la casa —una vivienda que encajaba perfectamente con el paisaje de ese pueblo donde ya pocos vecinos viven— la construyó un hombre llegado desde Vilagarcía hace casi una década. Ahí habitaba él, de cuando en vez los hijos de un matrimonio que había acabado en divorcio y, también, su pareja, de nacionalidad colombiana y las tres hijas de esta. Pero ese hombre vilagarciano murió y con su fallecimiento la historia de la vivienda empezó a tornarse más difusa.
La vivienda por la que, según cuentan los vecinos, llegaron a haber niños corriendo y jugando se convirtió, tras la muerte de su creador, en algo totalmente extraordinario. Tal es así que, no solo desapareció tras una tela verde que impedía ver el inmueble, sino que en su puerta se acumulaban decenas de sacos de productos químicos como sosa cáustica o metabisulfito de sodio. A plena vista, y sin vergüenza ninguna, se acumulan decenas de garrafas de productos como hexano o etilo acetato —todos ellos componentes que se utilizan para refinar cocaína—.Alambiques, decenas o centenares de cubos y recipientes, depósitos, estufas con enormes tubos, todo tipo de motores, un grupo electrógeno gigantesco, básculas, ventiladores, decenas de sustancias químicas distintas. Toda una logística que podría haber sido protagonista de las mejores series de narcotráfico.
No eran simples los equipos que utilizaban y no se trataba solo de adulterar la coca y envolverla para la venta. Había toda una infraestructura para convertir pasta de cocaína y convertirla en clorhidrato de cocaína, que es la sustancia final que se venden en la calle o la que suele llegar a España ya procesada. Y todo desperdigado y tirado por la vivienda, prueba de que los narcos habían sido pillados in fraganti por los agentes de la operación.