¿Por qué es incorrecto decir que en Canarias hay turismofobia?

El pasado 20 de mayo, en el sur de Tenerife, se celebró una manifestación que reclamaba un cambio de modelo económico en las islas, en la que el enfrentamiento entre un manifestante y un turista reavivó debate

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Una pintada contra los pisos turísticos en una calle de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife (Canarias). / ATLÁNTICO HOY
Una pintada contra los pisos turísticos en una calle de San Cristóbal de La Laguna, Tenerife (Canarias). / ATLÁNTICO HOY

El pasado 20 de mayo, en el sur de Tenerife, se celebró una manifestación que reclamaba un cambio de modelo económico en Canarias.

Durante el transcurso de dicha movilización un manifestante gritó a un turista unas palabras que entonces despertaron una ola de alerta en el empresariado de las islas: “Go home, vete a tu casa”. La escena no se pudo ver al completo, solo el corte que comienza con un “¿qué te pasa a ti, mono?”.

Días después de este enfrentamiento las patronales canarias CEOE, Ashotel y Ascav emitieron comunicados pidiendo frenar la turismofobia en las islas. Sin embargo, ni los datos ni los expertos consideran que este fenómeno se esté dando en el Archipiélago. 

Si bien de manera cíclica se repiten los movimientos que cuestionan el desarrollo turístico en las Islas, ya desde el ámbito de la etimología el término turismofobia no se ajusta al reclamo que se da desde ciertos colectivos. Tal y como explica el antropólogo e investigador de la Universidad de La Laguna (ULL), Pablo Díaz , este término parte desde el ámbito académico y se ha usado para referirse al odio al turista o al turismo cuando etimológicamente significa miedo al turismo, y en realidad el concepto no se refiere ni a lo uno ni a lo otro. 

Culpabilizar el debate

Es una comprensión del concepto que si bien para una persona que no está puesta en etimología pasa desapercibida, para los expertos tiene un componente ideológico. Desde su punto de vista, para el antropólogo y también investigador de la ULL, Agustín Santana, el término ha ido cambiando “dependiendo de los intereses” y se usa ahora como una “culpabilización clara de unos contra otros”. 

El término se popularizó en 2017 tras movimientos críticos con el modelo turístico en Barcelona. Pero antes se dio en Venecia, donde la llegada masiva de turistas ha deslocalizado cada vez más a la población residente. Ambos territorios han sido fruto del debate de la turismofobia por parte de la población, pero según asegura Santana “ni siquiera en los momentos más, entre comillas y subrayado con rojo, violentos de Barcelona fueron actos de turismofobia”. 

Por eso, desde su posición como investigador en Antropología del Turismo, Santana se muestra crítico con el uso de ese término. “Me parece inmoral, es una forma de intentar controlar la opinión pública y dirigirla; el coger un caso y magnificarlo a los dos millones que somos aquí”, comenta. Desde su punto de vista es normal que en las manifestaciones se den estos momentos de tensión, tanto de manifestantes como de espectadores, “por eso hay despliegues policiales”, dice. Sin embargo, esos mensajes de “turista vete a casa” no solo se quedaron en la manifestación. 

Incluidos en la planificación

En una calle de San Cristóbal de La Laguna una pintada dice “Airbnb me sube el alquiler. Turist go home” y días antes de la manifestación dos ecologistas también irrumpieron en un acto hotelero. Para Pablo Díaz este clima de cuestionamiento del modelo turístico deriva de una mala gestión del territorio desde el punto de vista turístico. “Cuanto más masificado, más se van a ver estas situaciones de poblaciones locales que no se sientan implicados en el desarrollo de su territorio”, explica el antropólogo. 

En este sentido considera que lo que se denomina como turismofobia “es una llamada de atención de un descontento social frente a los impactos del turismo, están mostrando su descontento frente a ciertos impactos del turismo de ciertos modelos del turismo. No están en contra del turismo, simplemente están diciendo ‘¿y yo qué?”, opina el antropólogo y doctor en Estudios Ambientales, cuya línea de investigación es Turismo y Antropología Ambiental. 

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Pintada hecha en una calle de La Laguna, Tenerife. / ATLÁNTICO HOY

Un desarrollo positivo del turismo

En la misma línea que los compañeros investigadores de la ULL se muestra Moisés Simancas, catedrático de Geografía Humana y subdirector de la Cátedra CajaCanaria-Ashotel de la Universidad de La Laguna. De manera tajante indica que en Canarias los datos indican que no hay turismofobia. “El 80,1% de la población considera que el desarrollo turístico ha sido positivo para las islas Y el 83,2% dicen que hay que seguir fomentando el turismo en Canarias”, argumenta el geógrafo. 

También en concordancia con estos datos Pablo Díaz indica que en sus estudios, cuando preguntan a las poblaciones locales si están en contra del turismo la respuesta es que no, al final la economía de las islas se basa en su explotación. Pero sí admite que se da un cuestionamiento del modelo. “Cuando haces preguntas como ‘¿crees que la riqueza que genera el turismo se reparte equitativamente?’ el 90% te responde que no”, indica. 

Dentro de la antropología hay un índice, llamado de irritación de Doxey, que analiza la actitud de la población local con el turismo. Por el momento no se tienen conclusiones de la percepción en Canarias aunque Díaz indica que está trabajando en una investigación sobre la turismofobia en las islas “y si se ha absorbido precisamente ese discurso desde los medios de comunicación de odio al turista”. 

Sin un nuevo modelo

Aparte de rechazar el uso del término turismofobia, los tres investigadores coinciden en dos elementos dentro del debate de un nuevo modelo turístico: que no es una cuestión nueva, sino que cada pocos años se dan situaciones en la que el debate se intensifica y que el cuestionamiento actual parte la pandemia. Cuando los turistas dejaron de viajar por las consecuencias de la COVID-19 y la economía sufrió por ello se abordó la necesidad de ir hacia un nuevo modelo económico menos dependiente del turismo. Pero eso no llegó. 

Tal y como señala Santana cuando se abrió de nuevo el destino, los criterios de recuperación económica seguían centrados en los datos turísticos. Por un lado, el número de turistas que llegaban y por otro el gasto turístico. Un parámetro este último que para el antropólogo tiene un carácter sesgado porque sería importante también hablar de la distribución de ese dinero. 

El gasto que no se queda

Los últimos datos del INE de la encuesta experimental Distribución del gasto realizado por los visitantes extranjeros en sus visitas a España en comparación con los datos del Gasto Turístico de 2022 reflejan que en Canarias se desembolsó menos de la mitad del dinero que los turistas pagaron en su viaje a las islas. Si el año pasado el gasto turístico fue de 17.425 millones de euros, la encuesta experimental calcula que los turistas pagaron en las islas 6.434.003.931,38 euros. 

Más allá de estos datos, tras la pandemia se han dado una serie de momentos claves que han llevado a la movilización de quienes claman por otro modelo. Tal y como explican los antropólogos, cuando la población siente que “se va a tocar lo mío” se moviliza. El ejemplo que ponen es Cuna del Alma. Según Santana el rechazo vino porque se afecta a un elemento patrimonial que choca contra las formas de uso de ese espacio. En ese caso la playa del Puertito de Adeje, que fue el punto de partida de la acampada. “Son una serie de códigos que la gente aceptaba y de pronto una actuación de otros venidos de afuera , porque así se entiende, va a modificarlo”, valora. 

Tocar la identidad

Así, la identidad ha formado parte fundamental en todo el debate.“Las sociedades y las culturas nos movemos por pequeños detallitos, por sumas de pequeños detallitos que hacen nuestra vida cotidiana y los que forman nuestra identidad”, explica Santana. Como ejemplo pone las obras que hicieron hace varios años en la Catedral de La Laguna, en las que se iban a quitar la charca de los patos que está cerca de la puerta, lo que despertó el revuelo de los vecinos. “Se supone que eso no tenía valor patrimonial, pero tenía valor identitario”, indica el antropólogo, a lo que añade que “hay veces que son pequeños elementos los que disparan que la gente se agrupe”. 

Playa de Tenerife (Canarias) con varios turistas tomando el sol. / ATLÁNTICO HOY
Playa de Tenerife con varios turistas tomando el sol. / ATLÁNTICO HOY

Pero, ¿el reclamo de un cambio de modelo del uso del territorio tiene sentido si la economía se basa en el turismo? Para el geógrafo Moisés Simancas sí y reclama abiertamente una moratoria turística. Desde su punto de vista Canarias no necesita más construcciones sino la renovación de las áreas que ya están urbanizadas así como apostar por proyectos que ofrezcan valor añadido. 

Aquí se entra en el ámbito de la planificación territorial, uno de los aspectos fundamentales en el debate del modelo económico, que si bien se aborda desde el enfoque turístico para Simancas los problemas (geográficos) que afectan a Canarias tienen su partida en la propia política de las islas. Desde los vertidos de aguas fecales al mar hasta la saturación de las infraestructuras para el geógrafo “es responsabilidad muestra” y de la falta de gestión. A ello se suma la falta de los planes generales de ordenación en varios territorios, lo que dificulta la planificación, según indica. 

Tanto para el geógrafo como para los antropólogos el clima general en las islas no es de rechazo al turismo, especialmente porque es el sustento económico de buena parte de la población. La aportación al PIB supera el 20% y al empleo el 40%. “Hay que acercarnos a las áreas turísticas y preguntarles a la gente que trabaja del turismo qué es lo que opina y ponerlo en valor”, deja como tarea el geógrafo.

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