Queso fresco, huevos, harina de trigo, azúcar, limón y matalahúva son - con permiso del mojo- los productos que más visitantes se llevan en la maleta cuando visitan Canarias. Son estos seis ingredientes los que componen uno de los manjares de la repostería canaria, un plato dulce que funciona como postre, desayuno o merienda, tan rico como transportable.
Aunque el reconocido origen de este dulce se encuentre en la isla de El Hierro, su popularidad lo ha extendido por todo el archipiélago de manera que la característica caja de cartón con su envasado individual transparente -normalmente rotulado con letras rojas- puede encontrarse en los mostradores de multitud de supermercados. ¿No quiere llevarse una quesadilla? Por supuesto; para mí y las que llevo a la familia.
Emblema de Canarias
Si quien va a Mallorca vuelve con una ensaimada, quien va a El Hierro vuelve con una quesadilla. Desde la isla del Meridiano esta tarta se ha convertido en emblema del archipiélago y ya sea en romerías, bailes de magos o fechas tan señaladas como el Día de Canarias se convierte en el tentempié apropiado para endulzarse con un producto típicamente artesano y tradicional.
Por su sabor y facilidad para transportar se ha convertido en un baluarte gastronómico de Canarias más allá de las islas. Su sabor sintoniza con la mayoría de los paladares y, aunque en El Hierro la receta evolucionara por sus propios cauces, su éxito entre los visitantes puede encontrarse en la familiaridad de un sabor y textura semejante a la quesada pasiega de Cantabria, donde podrían encontrarse sus orígenes, aunque también se especula que podría proceder de la pastelería árabe.
El queso marca la diferencia
La propia denominación sugiere la importancia del queso en la elaboración, que debe ser fresco, de leche pasteurizada y cuajada diaria apretada. Con este procedimiento y el calor de sus hornos de leña operan cinco fábricas en El Hierro para dar salida a un producción que supera con creces la demanda de la isla.
Por supuesto cada artesano de la quesadilla aporta sus matices, aunque quizá las más conocidas se elaboren en la centenaria empresa de Adrián Gutiérrez e Hijas o el obrador de los hermanos Torres, el de Guarazoca o las pastelerías La Herreña o La Abuela.