El Ayuntamiento de Sevilla va a cobrar la entrada a los turistas que quieran visitar la Plaza de España mientras mantiene la gratuidad para los residentes. Con esto se pretende sufragar los costes de mantenimiento del monumento decalarado Bien de Interés Cultural (BIC) a la vez que se abren nuevas incógnitas como si la medida va a repercutir a los artistas que trabajan diariamente en ese enclave, si realmente los turistas querrán dejar dinero al arte dentro de la plaza si ya pagan una entrada y la falta de lógica que alegan otros por el hecho de intentar cerrar una plaza.
Sea como fuere en Canarias sabemos de esto —depende del caso— porque aquí pagan todos, turistas y residentes, eso sí, con ciertas diferencias como la más obvia, que los canarios y canarias pagan, en la mayoría de los casos, menos que los propios turistas y extranjeros. ¿Por qué?
Pagar más o pagar menos
A la vista está que quién no siente algo como suyo, no lo cuida con tanto mimo que si lo fuera. Esto es aplicable a cualquier ámbito de la vida y también a los Parques Nacionales y los bienes de interés cultural que hay en Canarias. No hay que irse muy lejos, cada mes los medios de comunicación alzan la voz para señalar actos vandálicos que destrozan a paso lento pero constante los parajes que son símbolo y seña de identidad de las Islas.
A veces es una rave convocada en un espacio natural protegido y otras una acción de promoción de un evento que congrega a cientos de personas encima de unas dunas —con acceso gratis y una escasa vigilancia por falta de medios— armados con sachos y palas en busca de 1.000 euros. El caso es que sea dentro de un volcán o encima de la arena hay algo en el sistema que está fallando y eso mismo alegan desde el Ayuntamiento de Sevilla.
El fin justifica los medios
El acceso a los parques naturales, cuando se realiza de forma libre y a pie o utilizando medios de movilidad que no impliquen la construcción o mantenimiento de infraestructuras especiales como carreteras o pistas forestales, debería ser universal y gratuito. Pero se pueden establecer ciertas restricciones de manera justificada.
Si para acceder y disfrutar de estos espacios naturales o incluso los bienes de interés cultural se requieren servicios e infraestructuras como carreteras, áreas de estacionamiento, zonas de picnic, centros de información y servicios sanitarios, entre otros, que implican costos asociados de construcción, mantenimiento y gestión, se establece un pago que debería ser justo y proporcional al coste y beneficios generados por el usuario y contribuir así al mantenimiento y conservación del área protegida para las futuras generaciones.
Los precios en Canarias
Un agente del medio ambiente en Canarias está atado de pies y manos para multar a un extranjero que no resida en España. Es decir, dicho de forma clara y contundente, si un extranjero la lía en pleno Parque Nacional no le va a pasar más que un tirón de orejas momentáneo que no deja secuelas económicas en el infractor, pero sí genera un daño en el paraje.
Si un canario comete la misma trastada y lo pillan en el momento de la infracción, se lleva, además del tirón de orejas una receta caliente.
Parque Nacional de Timanfaya
Pongamos un ejemplo, una visita a las Montañas del Fuego de Timanfaya no cuestan lo mismo para un residente que para un visitante. Los residentes tendrán que abonar 10 euros, mientras que los no residentes pagan el doble, 20 euros.
Lo mismo ocurre con un Bien de Interés Cultural como por ejemplo el Castillo de La Luz, un monumento en Las Palmas de Gran Canaria, cuatro euros para turistas, dos euros para residentes.
Las normas están explicadas en cada página web, en el caso de Timanfaya está prohibido bajar de la guagua que hace el recorrido por el volcán, en el caso de los Jameos del Agua, también en Lanzarote, no se pueden introducir en el charco, en las Dunas de Maspalomas, no se puede salir de los senderos marcados —mucho menos sacarte un selfie encima de una duna o excavar en busca del tesoro perdido—. Qué pasará con la Plaza de España en Sevilla no está claro, las repercusiones para los artistas podrían ser fatales, la delimitación de un espacio público ya ha abierto el debate y mientras tanto, en Canarias, las autoridades siguen sin saber frenar los atentados medioambientales que se viven cada vez con más frecuencia.