El Mar de las Calmas está cada vez más cerca de convertirse en parque nacional - o eso parece después de alrededor de 10 años - y unirse así a la red de parques en las que también se encuentran otros espacios de las islas, como el Teide, el Garajonay o Timanfaya. Sin embargo, hay ciertas reticencias a que esta decisión se tome debido a lo que pueda conllevar establecer esta figura proteccionista junto a la reserva marina de la isla del meridiano.
Los usos habituales, como la pesca o el buceo, son las primeras cuestiones que se mantienen en el aire y parecen peligrar ante el nombramiento de este espacio como parque nacional, pero el turismo, cómo no podía ser de otra manera en el Archipiélago, también entra en la ecuación. Y es que los parques nacionales son un atractivo turístico para los visitantes, lo que puede suponer un aumento de los turistas y actividades del sector, un hecho que preocupa a expertos y residentes.
Una llamada para los turistas
El título de parque nacional es “la figura de máxima protección que puede existir en el territorio español”, apunta el biólogo Víctor de León. Y, además de proteger el espacio, supone un añadido como atractivo para el turismo. “Es muy jugoso porque se trata también de un sello de marketing”, continúa De León, quien pone de ejemplo el propio Parque Nacional del Teide, que recibió más de 4 millones de visitantes en 2022 o Timanfaya que recibió 1,5 visitantes.
No obstante, ya se ha visto en este último periodo que el turismo está teniendo efectos negativos sobre las zonas de las islas declaradas como protegidas, tanto reservas como parques rurales o naturales. Lo que lleva a plantear y preguntarse qué efectos podría tener sobre El Hierro.
Al tratarse en este caso de un espacio “íntegramente marino”, el biólogo no ve claro si recibirá la misma atención o impacto que un parque nacional terrestre, pero se puede dar el caso de que aumente el turismo con barco de avistamientos. El temor que surge es que “pueda empezar como un turismo activo y después se convierta en algo más agresivo”, algo que debería tener en mente a la hora de desarrollar qué actividades o no se permitirán en el espacio.
Un posible impacto muy intenso
Hace ya 10 años, el director del Instituto Universitario de Investigación Social y Turismo (ISTUR), José Pascual, junto a otros compañeros, planteaba las implicaciones de la declaración de un Parque Nacional Marino en el Mar de las Calmas. En el documento, además de tener en cuenta actividades habituales como la pesca tradicional y la recreativa, el experto expuso cómo afectaría al turismo, apuntando que ciertas actividades de turismo marino se verán impulsadas, como el buceo, el turismo de veleros, el turismo científico, el desarrollo de la observación de cetáceos, embarcaciones dedicadas a la observación submarina y a recorrer el litoral, actividades de turismo pesquero e, incluso, excursiones, alquiler de Kayak, excursiones guiadas de snorkel y otras actividades similares de bajo impacto.
Asimismo, el autor indicó en el texto que “el mayor impacto a corto plazo será un notable incremento de la visibilidad de El Hierro como destino, y un incremento de la motivación para visitarlo”, por lo que “el número de visitantes crecerá de manera muy significativa” y esto conllevaría a “acometer transformaciones en la oferta alojativa y de restauración”.
A día de hoy, Pascual declara a este medio que le da miedo que el desarrollo turístico sea “demasiado intenso” y no es algo que desee para una isla como El Hierro. “Incrementar un poco el desarrollo turístico puede que sea deseable, por ejemplo, para estabilizar las visitas a la isla, pero un incremento excesivo de los usos turísticos sin una planificación adecuada no es la mejor opción”, argumenta.
La necesidad de una buena planificación
Tanto para De León como para Pascual el factor más importante se encuentra en una buena planificación y organización. “Nombrar a un espacio natural parque nacional es una buena noticia desde el punto de vista de la financiación para su conservación, pero lo que hay que estudiar con lupa es los usos que se permiten realizar en esos espacios porque el papel lo aguanta todo y esto pasa en muchísimos espacios naturales”, explica De León.
Pascual, por su parte, señala que no está seguro de que se haya llegado al acuerdo necesario con las partes implicadas para dar marcha hacia adelante al proyecto, lo que es un “grandísimo problema” y se está viendo en “el debate público que está bastante encendido”.