“Llegué al que era mi local y me encontré fuera a la policía con dos operarios que tenían un camión lleno de bloques. Me dijeron que abriera el bar, lo inspeccionaron para asegurarse de que no hubiera dentro ni animales ni personas, me ordenaron que bajara las palancas y lo tapiaron”, así recuerda Rafa, un conocido hostelero de la época como el 9 de octubre de 1999, este semana se cumplen 24 años de aquellos hechos, la puerta de su local acabó completamente tapada por ladrillos debido a un decreto del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, había comenzado la operación Bloque.
“Yo me casaba al día siguiente y decidí no hacer nada porque a Manolo le habían tapiado antes su negocio que también estaba de moda y se lo habían llevado detenido porque se lio a darle patadas a los bloques. Pensé que a mí no me podían detener así que les di las llaves” explica Rafa, que lo recuerda como si hubiera ocurrido ayer mismo.
Año 2000
Justo a las puertas del nuevo siglo, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, con José Manuel Soria del Partido Popular (PP) como alcalde, inició una campaña de eliminación sistemática de los pequeños y medianos negocios de hostelería, en su mayoría bares y pubs. La capital grancanaria era, durante esos años, conocida por ser unas de las más divertidas de España con un amplia variedad de pequeños locales en los alrededores de la playa de Las Canteras, lo que todos los grancanarios conocían como la zona del ‘Puerto’.
El 10 de octubre, el periodista Miguel G. Guedes adelantaba en el diario La Provincia, el cierre de varios de esos negocios. “Entre los locales afectados bien por el cierre por el método de la tapia, bien por el decreto que anuncia tal medida, se encuentran el bar Mónaco, el Tempus, Tequila, Naomi, Ness, y Ricos y Bellas, la mayoría situados en el distrito de Santa Catalina, y en el triángulo que forman las calles Doctor Grau Bassas, Franchy Roca y Albareda”, describe Guedes en su artículo.
Continuas redadas
A partir de ese momento y a pesar de las movilizaciones de los hosteleros, los cierres y las redadas fueron incesantes. “Los empresarios que por aquellos días ocupaban cargos de responsabilidad en las organizaciones que podían ayudarnos nos prometieron muchas cosas, pero no movieron ni un dedo”, se lamenta Rafa.
“Es más, el Ayuntamiento favoreció descaradamente a varios de esos empresarios que eran los dueños de la Terraza Marquesina, La Romana, el Pachá o la discoteca Wilson, mientras estos incumplían la ley y los horarios. Mira, existe un decreto del Cabildo de Gran Canaria con fecha 10 de septiembre de 2001 (lo enseña), en el que se informa desfavorablemente la solicitud de licencia del Pachá”, relata el hostelero.
Apoyos
Pero no sólo los dueños de los negocios comenzaron una lucha sin cuartel amenazando al Ayuntamiento con ir a la Justicia. Los jóvenes de Coalición Canaria (CC) o el PSOE, incluso la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se alinearon del lado de los hosteleros. “Patronal y trabajadores avisan que el cierre de bares acabará con cientos de empleos”, publica La Provincia el 30 de octubre de 1999.
La mayoría de los locales tapiados fueron rehabilitados entre un mes y un mes y medio después de su cierre, pero nada volvió a ser igual. Un par de años después, tres sentencias judiciales les daría la razón a los hosteleros y condenaban al Ayuntamiento. Los negocios continuaron siendo inspeccionados regularmente y muchos fueron sancionados con multas y cierres. “El Consistorio intentó imponer un toque de queda”, explica Rafa.
Precintos
La lucha de los hosteleros de la capital prosiguió. “En el año 2000 el alcalde prometió más tiempo de apertura a los locales de ocio que cumplieran la normativa, pero la concejala de Gobernación que era Cristina Reyes, ni siquiera nos recibió”, asegura.
Un año después, Juan José Cardona (futuro alcalde de la capital) era concejal de Urbanismo y ordenó el precinto de equipos musicales y televisiones en bares y cervecerías del entorno del Puerto y el Parque Santa Catalina. Cardona soñaba con una única zona de ocio ubicada en lo que actualmente es el Centro Comercial El Muelle.
Clausuras
El 18 de diciembre de 2001, casi a las puertas de las Navidades, el periodista Raú Gil publicaba en La Provincia, la noticia de la clausura de más de una veintena de negocios. “El Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria ha clausurado en el último mes y medio un total de 22 locales nocturnos por infringir las ordenanzas municipales, siete de ellos el pasado fin de semana, lo que ha desatado el temor y la indignación entre los empresarios de este sector en la capital”.
Las redadas se suceden y la primera semana de julio de 2002 la Policía Local cerró 18 locales en una operación que afectó a 90 bares y en la que identificó a 615 personas. “La Policía Local se limita a cumplir la ley cuando cierra locales nocturnos”, afirmó la concejala Rosa Rodríguez en una entrevista que concedió a Mónica Torres del Canarias 7, el 14 de julio.
Reproches
Pero es que ese fin de semana, se inspeccionaron otros 126 bares de la zona de copas del Puerto, llegando incluso a darse un cruce de reproches entre la concejala Cristina Reyes y los empresarios de la FEHT, a los que llegó a acusar de pedirle que hiciera la “vista gorda”.
Toque de queda, tropelía, lucha contra el ruido, criminalización del sector de ocio nocturno fueron algunos de los términos más repetidos en los medios de comunicación mientras duró esta lucha entre el Ayuntamiento y los hosteleros. Lo cierto es que, la futura zona de copas de la capital en El Muelle no fructificó y que Las Palmas de Gran Canaria perdió su fama de ciudad en la que siempre había un lugar abierto donde tomarse una copa.