Desde que la humanidad decididera asentarse y abandonar las prácticas nómadas, la lucha por controlar el territorio ha sido una constante en la historia. Para los canarios el mar es la frontera natural que nos separa unos de otros, repartidos en nuestras ocho islas, a menudo más alejadas de lo que quisiéramos. Pero esta misma distancia que nos separa es también el motivo de que, dentro de nuestras similitudes, cada isla sea única.
A nivel interno también existen rasgos que particularizan a unos y otros, bien sean gentes de cumbre o litoral; del norte, del sur o de la capital; del este o del oeste de la isla. Pero estas diferencias dentro de un mismo ámbito insular, que a día de hoy son solo singularidades de cada municipio, eran mucho más marcadas en el pasado. Tanto fue así que incluso llegaron a dividir el territorio aprovechando barreras naturales o erigiéndolas específicamente para ese fin.
En tiempos prehispánicos Fuerteventura estaba dividida en dos comarcas: Maxorata y Jandía. En la zona aproximada donde se situaba la linde entre estos dos cantones se alzaba un muro, del que recibe su nombre la actual localidad de La Pared, en Pájara. Esta barrera erigida en el istmo que de la península de Jandía recorría 6 km desde Laja Blanca hasta Sotavento y, aunque actualmente los tramos que se conservan apenas alcanzan los 80 cm, en sus inmediaciones se encuentra un yacimiento arqueológico imprescindible para conocer la historia de la isla.
Desde 'Le Canarien' hasta Verneau
La primera referencia escrita a esta construcción la encontramos en la crónica normanda 'Le Canarien' del siglo XV:
"La isla de Erbania, que se dice Fuerteventura, contiene 24 leguas francesas de largo y 7 de ancho, y en cierto punto sólo tiene una legua. Allí está una grande y ancha pared que coge todo el país a través, de un mar al otro (...) Pero hay un punto tal, en que no contiene más de una legua de mar a mar. Aquella región es arenosa, y hay allí una gran pared de piedra que atraviesa el país entero, de una orilla a otra."
Asimismo, el antropólogo y estudioso de las Islas Canarias, René Vernau, también describió La Pared, ya en el siglo XX, en los siguientes términos:
"Es el istmo de La Pared, llamado así porque está cerrado, al Norte, por una muralla inmensa, que dividía antiguamente los reinos de Majorata y Jandía. Los dos reyes vivían raramente en buena armonía y esta muralla los protegía mutuamente de las agresiones del enemigo. Todavía hoy subsiste la misma enemistad entre los majoreros y los pastores de la península de Jandía. Virtualmente, la muralla persiste, y desde que algunas cabezas de ganado la franquean, son capturadas inmediatamente por el vecino."
Un yacimiento declarado BIC
Tanto los restos del muro como el yacimiento arqueológico de La Pared, situado cerca de la costa occidental de Fuerteventura, fueron reconocidos como Bien de Interés Cultural en 2014 por el Gobierno de Canarias por considerarlos un conjunto de relevancia en el panorama de la arqueología insular pero también como espacio de significación histórica para los majoreros.
Así, la protección la protección otorgada para el BIC La Pared de Jandía comprende una superficie de 328.263 metros cuadrados y abarca asimismo cerca de medio centenar de construcciones adosadas - como las cuatro situadas Degollada de Pedro Ponce o el tagoror que se localiza al este-, donde se han encontrado material arqueológico compuesto principalmente por fragmentos de cerámica con diversa decoración.
Frontera entre comarcas o reserva de pastos
Aunque tradicionalmente se consideraba una construcción defensiva entre las comarcas de Maxorata y Jandía, algunos autores consideran que este límite se situaría más al sur, por lo que desechan la hipótesis de que La Pared marcara la frontera entre los dominios de Guise y Ayoze, últimos monarca de Maxorata y Jandía, respectivamente.
Por contra, estos estudiosos plantean que se trataba tan solo de un muro para delimitar los pastos e impedir que el ganado de suelta mermara los recursos acuíferos y vegetales de la dehesa de Jandía. De esta forma se conservaba en la zona sur de la isla una reserva para épocas de escasez en un territorio de posibilidades limitadas como es el ámbito de una isla.