El mito sobre que se debe estudiar mucho: la juventud canaria está sobrecualificada

Los jóvenes canarios se sienten decepcionados ante el panorama laboral, a pesar de haber dedicado "tiempo, esfuerzo y dinero" a tener estudios universitarios como se les mandó a hacer para poder acceder a trabajos de calidad

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Imagen de un grupo de jóvenes parados haciendo la cola del paro / Europa Press
Imagen de un grupo de jóvenes parados haciendo la cola del paro / Europa Press

La afirmación de que si se estudiaba un grado universitario, se conseguiría un buen trabajo se repitió de manera incesante a las generaciones jóvenes. Ahora se habla de jóvenes sobrecualificados y de la generación más preparada de todos los tiempos; sin embargo, son también la más precarizada. Todo aquello quedó en palabras, en un mito, y la juventud se siente engañada ante la falta de puestos laborales de calidad.

Según los datos del Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de Canarias, el 53,5% de la población joven canaria ocupada con estudios superiores finalizados está sobrecualificada, es decir, se encuentra en trabajos que requieren una formación académica inferior a la que posee. 

Un grado y dos másteres 

Lucía Gil -nombre ficticio porque la joven prefiere mantener su anonimato-, de 27 años, es una de las jóvenes que se encuentran en esta situación. A pesar de contar con un Grado en Biología y un Máster en Biomedicina y otro en Calidad y Seguridad Alimentaria, trabaja como becaria 30 horas a la semana por 600€ al mes. Incluso, debido a “las condiciones laborales de las Islas”, se ha planteado estudiar otro máster, en este caso el de Profesorado, “para opositar y poder optar a un trabajo digno”.

Después de ocho años en la universidad, el trabajo al que puede optar en relación a su formación “tiene peores o iguales retribuciones que trabajos para los que no es necesaria ninguna cualificación”, lo que le parece “absurdo”. El año pasado trabajó como dependienta “por el doble de sueldo” que lo que ingresa ahora. Asume que se encuentra en calidad de becaria, pero señala que “en Canarias en mi ámbito no existe mucha más opción actualmente” y siente indignación ante el hecho de sentirse mínimamente agradecida por estar teniendo experiencia laboral. 

Jóvenes en la ULL haciendo presentándose a la EBAU. / EUROPA PRESS ARCHIVO
Jóvenes en la ULL haciendo presentándose a la EBAU. / EUROPA PRESS ARCHIVO

"Desgastante y desesperante"

A ella, como a la mayoría de la juventud, le vendieron la moto de que entrando en la universidad, “tendría buenas opciones laborales”. No obstante, se ha dado cuenta de que, por ejemplo, con un ciclo podría haber optado a buenos trabajos también, “sin necesidad de haber gastado esfuerzo - emocional y físico -, tiempo y tanto dinero” en formarse. Ahora mismo, admite que “le recomendaría a muy poca gente entrar a la universidad”, aunque ella tenga tres títulos universitarios. 

Para la joven, es “desgastante, desesperante e, incluso, humillante que las empresas no quieran pagar por la formación que se recibe”, así como que “se exijan años de experiencia sin dar oportunidades que no sean esclavistas, como son las condiciones de un becario”. 

Trabajos precarios

Teniendo en cuenta el panorama actual, Lucía puede considerarse afortunada al estar en un puesto laboral relacionado con sus estudios universitarios, meta que no ha logrado en su caso Sara Dubra, de 25 años, a pesar de poseer también un grado y un máster. Esta joven trabaja como teleoperadora en este momento. La han contratado para cubrir bajas y vacaciones, “sueldo base, sin horario fijo en un servicio 24 horas”. 

Desde que terminó sus estudios, no ha conseguido “de ninguna manera” un trabajo cercano a su área. Cuando entró en la universidad, pensó que tendría más oportunidades porque “es lo que te cuentan desde el instituto, y luego la realidad es terrible”. 

Grupo de jóvenes en una sesión de trabajo./ PIXABAY
Grupo de jóvenes en una sesión de trabajo./ PIXABAY

Después de unos estudios...

Al solicitar empleo en distintas empresas, incluso como becaria, se ha encontrado con respuestas como “que le supondría un gasto extra e innecesario a la empresa y no están interesados, cuando estoy suplicando un contrato con un sueldo ridículo”. También le han ofrecido trabajar sin remuneración. O se encuentra con ofertas de empleo donde “piden una cantidad innecesaria de años de experiencia”, sin tener en cuenta la formación. 

La búsqueda de empleo le ha llevado a trabajar de manera temporal como vendedora y ahora como teleoperadora. Agradece el trabajo, pero “después de unos estudios, se espera otras oportunidades”. Para Sara, es “una vergüenza que con el esfuerzo, el tiempo, y el dinero”, no pueda optar a algo para lo que está cualificada, e “incluso si se llega a conseguir, son con unas condiciones terribles”.

Emigrar como posibilidad de futuro

El sentimiento de frustración la ha acompañado desde que terminó su formación y ha tratado de entrar en el mundo laboral. “Empiezas a pensar que a lo mejor eres tú el problema y casi acabas tirando la toalla, si es que no lo haces”, expresa. Una opción de futuro que se plantea es buscar empleo fuera de las Islas o de España, algo que le hace sentir desolada, ante la idea de tener que alejarse de su familia, amistades y su ciudad para “conseguir un contrato medianamente digno”. 

Juan José Hernández, gerente del Colegio de Economistas de Santa Cruz de Tenerife, reafirma que “tenemos la sociedad más preparada” y aún así, “la culpabilizamos por estar muy cualificada”. “Se les dijo hay que ir a la universidad, prepararse para tener trabajos de alto valor añadido y ahora se les da negativas”, señala a Atlántico Hoy. 

Falta de atención del tejido empresarial

“No solo no encuentran un puesto a la par de su formación, sino que tienen que irse a puestos que no requieren cualificación”, describe Hernández. Para el experto en economía, el problema es estructural, pues, según explica, se ha apostado por un mercado laboral centrado en el turismo, lo que ha llevado a que “el sector se haya dormido en un monocultivo que le viene bien al propio sector y no a la sociedad”. 

Por lo que, “el sector no está atendiendo a lo que como sociedad se quiere para Canarias”. Esto, continúa Hernández, conduce a que “nuestros hijos tengan que emigrar para buscar fuera las oportunidades que aquí no se les dan”. El economista atestigua que las Islas se han quedado “estancadas”, ya que si la juventud desea quedarse en el Archipiélago, “se les está obligando a dar un perfil más bajo”. Denuncia que de esta manera se sigue perpetuando el perfil de “baja cualificación, bajo salario”.