El Triángulo de las Bermudas ha dado mucho de que hablar durante años. Supuestas desapariciones de barcos y aviones concentradas en el mismo punto entre las islas Bermudas, Puerto Rico y Miami. El mundo del cine no perdió la oportunidad y no son pocas las películas y series que han usado este punto misterioso para crear tramas enrevesadas con protagonistas desaparecidos y muchas teorías sobre la mesa.
En Canarias no hay ningún punto negro similar, pero hay una historia que persigue la memoria de quién se quedó con las ganas de saber qué pasó con aquel barco con base en el puerto de Tazacorte que desapareció hasta en tres ocasiones allá por los años 60: el pesquero El Fausto.
Un misterio sin resolver
El 21 de julio de 1968 un barco pesquero, El Fausto, llegó a La Palma para descargar la mercancía que llevaba dentro y después salió desde el puerto de Tazacorte, pasó por La Frontera donde se sumó el cuarto y último tripulante y se adentró en el mar donde les esperaba una gran tormenta.
Pasaron cuatro días en alta mar hasta que el 25 de julio un barco mercante inglés —El Duquesa—, se los encontró a 175 kilómetros de la isla de La Palma mientras naufragaban. El barco británico les había dejado comida para que aguantasen hasta que llegasen al puerto y le comunicaron a las autoridades que se encontraban todos bien. En el puerto de Tazacorte los estaban esperando para darle la bienvenida después de esa desaparición que parecía que solo iba a durar cuatro días, pero nunca llegaron.
Segunda desaparición
A estas alturas el misterio estaba sembrado así que el Mando Aéreo de Canarias se puso las pilas en busca del mercante y sus cuatro tripulantes. El despliegue fue de tal calibre que se gastaron un millón de pesetas de la época para encontrarlos pero no aparecieron.
Surgieron las primeras teorías que hablaban de una posible migración secreta de los tripulantes hacia el país vecino, Venezuela, ya que en esa época la situación en las Islas era complicada y el flujo migratorio hacia otros países era cada vez más frecuente, pero pronto descartaron esa hipótesis porque el radio de búsqueda era lo suficientemente amplio como para poder interceptarlos fuese cual fuese su trayectoria.
Tercera y última desaparición
El 9 de octubre otro buque mercante, esta vez italiano, el Anna Di Maio se topó con El Fausto y vio un cadaver a bordo. Decidieron remolcar el barco hasta el puerto pero poco antes de llegar lo perdieron alegando que se había ido a pique.
Lo único que quedó de El Fausto y su historia fue un pequeño diario con páginas arrancadas en el que uno de los tripulantes se dedicó a escribir cartas de amor y de despedida para su mujer adelantándose a lo que iba a ser su trágico final y el interrogante eterno por saber qué pasó en realidad con el barco y los marineros.