Los sándwiches tienen el poder de lidiar con los mejores cocineros y con aquellos a los que la cocina se les da regular. Es difícil hacer mal un sándwich, pero también lo es conseguir conquistar los paladares más selectos con algo que, a priori, no tiene encanto por sí solo.
El origen del sándwich se remonta al siglo XVIII nada más y nada menos. Las fuentes sitúan su aparición cuando John Montagu, conde de Sándwich ideó sin saberlo ni quererlo un imprescindible para cualquiera en las horas de hambre. El aristócrata inglés era un aficionado a las cartas y se pasaba horas y horas jugando sin parar. Montagu detestaba perder tiempo comiendo y también mancharse las manos de grasa y ensuciar las cartas, por eso cansado de los problemas del primer mundo, pidió que le llevaran sus rodajas de roast beef entre dos rebanadas de pan.
La revolución del sándwich
Quién le iba a decir al conde que su afición por el juego lo llevaría a crear uno de los hitos de la cocina a nivel mundial. A partir de ese momento los sándwiches se convirtieron en una de las comidas rápidas más demandadas del país.
Además, el sándwich ha dado el salto de lo salado y ha conquistado el terreno de lo dulce. Hay numerosas galletas que replican el mecanismo y que guardan en su interior nata u otro relleno, como ocurre con las Oreos.
Roast beef en Canarias
En las islas el boom del roast beef ha llegado. Se trata de un sándwich de carne, tradicionalmente es el lomo, la espaldilla, el costillar, el solomillo o el redondo. Es un tipo de carne que se asa al horno y es muy jugosa.
Un paseo por Triana, en Gran Canaria puede acercar un bocado de este Sándwich que tiene varios siglos. Se trata del Café Regina, quienes lo sirven con solomillo, rúcula, tomate, salsa pesto y queso gouda. Aunque la receta original ya se ha desvanecido entre adaptaciones y recomendaciones, hay quién recomienda añadirle pepinillo, mostaza, salsa inglesa y otros aditivos, lo cierto es que la llegada del sándwich inglés a Canarias es una explosión de sabores no te dejará indiferente.