Un estudio de cinco investigadoras ha determinado que el
volcán Mazo, formado en enero de 1731 durante la
erupción de Timanfaya (Lanzarote), corresponde a una erupción estromboliana durante la cual se produjo el derrumbe del cono generando una
violenta explosión que llenó la isla de cenizas.Esto obligaría a
reconsiderar el peligro asociado a este tipo de volcanes no solo en Canarias, sino en todo el mundo, afirma en una entrevista a EFE una de las autoras de la investigación, Carmen Romero, que es profesora titular de Geografía de la Universidad de La Laguna especializada en erupciones históricas de Canarias.Esta reinterpretación de una erupción histórica se ha publicado en el artículo '
Syn-Eruptive Lateral Collapse of Monogenetic Volcanoes: The Case of Mazo Volcano from the Timanfaya Eruption (Lanzarote, Canary Islands)'.Las autoras de la investigación son, además de Carmen Romero; Inés Galindo y Nieves Sánchez, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) en Las Palmas de Gran Canaria; Juana Vegas, del IGME en Madrid; y Esther Martín, del Museo de Ciencias Naturales de Tenerife.Carmen Romero señala que el estudio forma parte del proyecto
'Lugares de interés geológico de Canarias: estudio, inventario y divulgación (LIGCanarias)', financiado por el Gobierno autonómico y con fondos Feder, de cuyo equipo investigador forman parte las autoras del artículo.Por ello se estudió la documentación histórica y se realizaron estudios geológicos de la zona de Timanfaya, que
registró entre 1730 y 1736 la erupción más larga de Canarias, con 2.055 días de actividad, y
una de las erupciones basálticas más duraderas del mundo.
Estudios geológicos
Los estudios geológicos previos habían excluido el volcán Mazo de la erupción del siglo XVIII basándose en
dataciones palaomagnéticas, y se había establecido su formación al menos 1.000 años antes de la erupción de Timanfaya al no coincidir geológicamente sus materiales con el resto de lavas.Al comenzar a estudiar los depósitos de Mazo las investigadoras se percataron de que era
un volcán "muy especial”, con una
evolución geológica no descrita hasta el momento en ningún cono volcánico de este tipo en el mundo, explica Carmen Romero.Mazo es un cono volcánico monogenético -los más numerosos en Canarias, como el Teneguía y el San Antonio en La Palma- que son pequeños volcanes que han entrado en erupción una única vez y que pueden verse afectados por procesos de deslizamientos de menor entidad que eliminan parte de sus pendientes, que están asociados a la emisión y el derrame de las coladas de lava .Habitualmente, los volcanes de este tipo generan erupciones de comportamiento hawaiano-estromboliano, de bajos índices de explosividad y formación de pequeños conos de escorias y coladas, continúa la profesora titular de Geografía.Los rasgos geológicos de Mazo descritos por las autoras, sin embargo, permiten hablar de un
mayor grado de explosividad.
Mayor grado de explosividad
"Nos encontramos con que más de la mitad del cono se había derrumbado durante la erupción como consecuencia de su desplazamiento por una falla, y lo que se pensaba que eran coladas de lava corresponden en realidad a depósitos de avalancha volcánica, un tipo de proceso muy bien descrito en grandes estructuras volcánicas, como los estratovolcanes, mucho más complejos que los conos monogenéticos, añade.Ello llevó a
revisar todas las crónicas de la época para esclarecer si se recogía una erupción de estas características y se puso de manifiesto que en la mayoría de ellas hay alusiones a este volcán de Mazo al señalar que durante la erupción se originó una columna muy alta que llenó la isla de Lanzarote de cenizas, con un oscurecimiento total del cielo en pleno día, lo que no tiene las características de una erupción moderada.Y resulta que en el manuscrito de Simancas se dice que "el 20 de enero [de 1731] se abrió un volcán donde estaba la antigua aldea quemada de Mazo" -destruida el 11 de septiembre de 1731 por las coladas que bajaron al mar desde el primer volcán de la erupción de Timanfaya - y que el cura de Yaiza habla en su relato de cómo un cono se derrumbó con un estruendo "increíble" en su propio cráter durante esas fechas.Estos datos permiten asegurar que la erupción de Mazo se produjo el 20 de enero de 1731 y que correspondería a la cuarta erupción de Timanfaya, que provocó un cambio en la orientación de la fractura en la que se estaban abriendo los cráteres hasta ese momento."No se tiene constancia de una erupción semejante en todo el mundo" y su desarrollo implica la necesidad de establecer "una secuencia nueva" en la cronología de las erupciones de Timanfaya", prosigue la investigadora.
Volcanes peligrosos
Pero, además,
Mazo cambia el escenario de riesgo asociado hasta ahora a los volcanes monogenéticos no sólo para Canarias, sino para todo el mundo, pues hasta el momento se asociaban a erupciones moderadas.La posibilidad de
un cambio en este proceso obligaría a considerar este tipo de volcanes como peligrosos, con un estilo de erupción "que no es el que pensábamos hasta ahora"."En Canarias estamos acostumbrados a erupciones moderadas con daños locales y con una duración media de unos 50 días", señala Carmen Romero, quien explica que es preciso pensar en cuestiones como que en 1730 Lanzarote tenía unos 5.000 habitantes y ahora se aproxima a los 206.000, sin contar los más de 3 millones de turistas".·Una erupción con características similares a la descrita en Mazo supondría en la actualidad no sólo que toda la isla de Lanzarote y parte de Fuerteventura quedarían cubiertas con cenizas, sino que provocaría el cierre de sus puertos y aeropuertos, con el consiguiente perjuicio al transporte aéreo y marítimo del archipiélago, así como a la actividad turística, advierten las investigadoras, que proseguirán su campaña en Timanfaya a lo largo de este mes de noviembre.
Ana Santana (EFE)