La lucha entre nuevas y viejas potencias por el espacio informativo africano

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Daniel Martín-Morales en la conferencia 'Geopolítica de la desinformación en África'. / Casa África
Daniel Martín-Morales en la conferencia 'Geopolítica de la desinformación en África'. / Casa África

El manejo de los flujos de información es un aspecto clave de la seguridad nacional en cualquier estado del mundo, también en aquellos donde las libertades de expresión e información están garantizadas. En este esfuerzo por gestionar el espacio informativo, los gobiernos usan una combinación de estrategias. Deciden qué medios pueden operar en su territorio, conceden licencias para la explotación de ciertas tecnologías de la información y crean leyes para proteger o restringir la libertad de prensa. 

En los últimos años, el ecosistema mediático de la mayoría de los países africanos ha cambiado de forma drástica con la proliferación de la telefonía móvil y  las redes sociales. A lo anterior se une la proliferación de fuentes de información alternativas a los medios tradicionales —antes el eje de información de estos países y del continente— y la irrupción de nuevas potencias extranjeras en el espacio comunicativo que compiten con las que ya estaban establecidas. 

La contaminación a gran escala de la esfera pública con bulos, rumores, discursos de odio, narrativas conspirativas y campañas de desinformación son inevitables. Sobre todo cuando la política y los poderes económicos están de por medio.

Desorden informativo

Daniel Madrid-Morales, profesor de periodismo en la Universidad de Sheffield (Reino Unido), explica que la desinformación en algunos países de África —y puntualiza la diferenciación entre países para no caer en el error de tratar al continente como un solo país— se produce en ámbitos muy variados. “Hay desinformación electoral a gran escala y esta juega un papel muy importante en el contexto electoral en ambos países. Por otro lado, hay mucha desinformación que yo llamo cotidiana, del día a día”. Cuestiones como ofertas de empleo que no son verdaderas, negocios que no son sinceros... “Este tipo de desinformación es la que más conoce la gente”.

“Si uno piensa en la desinformación que circula en las redes españolas, no tenemos prácticamente esa saturación que viene de Rusia, de China o de Irán porque ninguno de estos países ha tenido un interés considerable en desinformar en España”, explica. Pero sí tienen interés, “y existe una lucha”, en algunos países africanos o de Latinoamérica y Asia. 

También hay una explosión de desinformación y bulos que circulan por WhatsApp. Madrid-Morales expone que en España sí existe experiencia con respecto a los mensajes falsos que circulan por esta aplicación. “A gran escala esto está pasando en muchos países africanos donde mucha gente, por primera vez, tiene a su disposición acceso a contenidos por el móvil y no tiene este conocimiento necesario para procesar lo que es verdad y lo que no”.

Exterior de Casa África en Las Palmas de Gran Canaria. /Casa África
Exterior de Casa África en Las Palmas de Gran Canaria. / Casa África

El papel de las potencias extranjeras

Rusia, China, Turquía o Irán llegan al continente africano con la intención de difundir sus mensajes y su política exterior. Esto entra en conflicto con las antiguas potencias coloniales y países que llevan mucho más tiempo en el espacio comunicativo africano”. Es en esta tensión donde se comienza a diseminar la información. Casos como el de la guerra de Ucrania son bastante claros porque los actores han aprovechado su presencia en algún país de África para intentar manipular la opinión pública en torno a la guerra. 

Cuando se manipula a la opinión pública se consigue, también, presionar a los políticos locales y estos cambian la idea de cómo quieren relacionarse con otros países en el mundo. “Por ejemplo, el declive de fuerzas entre los aliados a occidente y de los que están en el lado de China se comienza a desestabilizar por la presencia de nuevos actores”.

Herramientas de 'fact-checking'

El propio continente africano es el que está al frente de las iniciativas de desinformación. Existen plataformas como África Check, una organización con base en Johannesburgo y que lleva funcionando desde hace mucho tiempo, “muchas incluso desde antes de las que conocemos nosotros aquí”. Realizan proyectos de alfabetización digital para enseñar a los niños a identificar la desinformación, “tienen mucha presencia en redes, pero no tienen suficiente visibilidad más allá del continente, aunque se podría aprender bastante de ellos”. 

África Check realiza algo que ya en España conocen: ofrecer un número de WhatsApp para que la población envíe sus dudas sobre alguna información y saber si esta es verdadera o falsa.