El Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane está trabajando para recuperar la casa Wanguemert y Kábana, la antigua cárcel, para convertirla en el archivo municipal.
El alcalde, Javier Llamas, destaca que la restauración de la casa Wangüemert y Kábana, cuya obra está ya en licitación por un valor de 1,2 millones de euros, es una manera de cuidar el patrimonio, revitalizar el municipio y habilitar un nuevo espacio para desarrollar actividades.
Archivo papel y digital
La concejal de infraestructuras, Virginia Santaella, explica que el objetivo es que una vez sea adjudicado el contrato puedan comenzar las obras lo antes posible. Además, defiende que “la restauración de este edificio revitalizará el centro histórico, y permitirá seguir dotando al ayuntamiento de nuevos recursos”.
La concejal señala que en esta obra se contempla habilitar espacios para tratar la documentación, zonas de archivo papel y digital, una sala de consulta-biblioteca, así como salas para conferencias y exposiciones. “No podemos olvidar que Los Llanos de Aridane cuenta con un rico archivo documental, y estamos seguros que esta nueva ubicación será la adecuada para continuar manteniendo y guardando estos documentos, además de ser más cómodo para los llanenses que quieran puedan realizar consultas”.
Plan de Sostenibilidad Turístico
Por su parte, la concejal de Turismo, Inmaculada Fernández, explica que este trabajo es el primero que se ejecuta dentro del marco del Plan de Sostenibilidad Turístico, dotado con casi cuatro millones de euros y financiado por el Gobierno de España, Gobierno de Canarias y el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane.
Fernández destaca que “el objetivo de este trabajo es el de continuar reactivando la oferta turística de Los Llanos de Aridane en un momento clave para nuestro municipio, para así seguir potenciando nuestras infraestructuras, y dinamizando nuestro casco urbano”.
Historia del edificio
No se dispone de una fecha exacta de su construcción, pero diferentes circunstancias permiten suponer que data de la segunda mitad del siglo XVIII.
Perteneció en esos inicios a la familia Wangüemert, emparentada luego con la familia Kábana. A principios de los años cuarenta del siglo pasado, comenzó su andadura como cárcel. Para ello, se modificaron las dependencias de la planta baja en celdas, mientras la planta alta se mantuvo como vivienda, aunque con reformas, tal que en algún momento ambos usos convivieron.