Los pueblos de canarias son únicos. Desde el pueblo que enamoró a Unamuno, al pueblo costero que parece una recreación de Venecia o el lugar donde Agatha Christie consiguió superar su divorcio, Canarias es rica en paisaje, en experiencias, en gastronomía y en su gente.
Se requiere toda una vida para conocer a fondo los secretos de Canarias. Del mar a la montaña hay infinidad de recorridos inigualables. En uno de esos recorridos deberías pararte y dedicar —como mínimo— un día a Firgas, un pequeño pueblo de Gran Canaria que no te dejará indiferente.
Un pueblo, una cascada
Es surrealista encontrar una cascada de 30 metros de largo en pleno casco urbano, y aunque es artificial aporta un toque de autenticidad innegable.
Por un lateral se encuentran unos bonitos bancos que recuerdan en su estética a los que hay en la Plaza de España de Sevilla con el nombre de las provincias —en el caso de Firgas, el nombre que aparece en cada banco es el de cada municipio de Gran Canaria—.
El molino más antiguo
Este pequeño pueblo es un lugar acogedor para completar la ruta por las medianias de la Isla. Además de sus otros muchos encantos, en Firgas se encuentra el molino de agua más antiguo en uso de las islas canarias.
Desde el mirador de la plaza las vistas hacia el Atlántico son increíbles además de tener una panorámica de todo el norte de Gran Canaria y todos esos detalles son los que lo convierten en uno de los pueblos más impresionantes de Canarias.