El papa Francisco aseguró este sábado, en el avión que lo llevaría a Roma a su vuelta de una visita por Indochina, que está pensando en viajar al Archipiélago para conocer de cerca la crisis migratoria. Sus palabras no han pasado desapercibidas en las Islas, donde ha despertado ilusión por que el pontífice visite las Islas en la que sería su primera visita oficial a España desde que accedió al cargo en el año 2013. José Mazuelos, el obispo de la Diócesis de Canarias —que representa a la provincia de Las Palmas—, concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona sobre la importancia de este posible viaje de Bergoglio —nombre de pila del santo padre— y las consecuencias positivas que tendría.
[Pregunta] La cercanía que muestra el papa Francisco I con Canarias y sus problemas migratorios ha permitido que el drama humanitario que se vive en el Archipiélago se conozca en muchas partes del mundo que, quizás, vivían ajenas a él. ¿Se debe aprovechar esta oportunidad para pedir ayuda internacional?
[Respuesta] Claro. Yo pienso que eso es necesario y sobre todo es uno de los factores positivos de este anuncio del papa cuando estaba todo el mundo con la mirada puesta después del viaje de Indochina. Es una posibilidad de exigir a Europa que se implique más.
Incluso fuera del continente europeo.
Sí, totalmente. Nosotros hace mucho tiempo escribimos una carta, don Bernardo el obispo de Tenerife y yo, cuando existía la crisis en el muelle de Arguineguín, sobre que Canarias no se debe convertir en Lampedusa. Hoy todo el mundo sabe de Lampedusa, pero el Archipiélago también está sufriendo ese problema. A las islas siempre es fácil acercarse sin muro porque tenemos el Atlántico.
¿Qué supondría para el Archipiélago la visita del papa? Más allá de la crisis migratoria, sería un hito importante porque aún no ha venido a España.
Desde que el papa estuvo en Lampedusa están ahí intentando todos buscar soluciones [los gobiernos] y se ha sensibilizado toda la población mundial. Que el papa venga aquí a España a afrontar este problema buscando y reconociendo la solidaridad también ayuda para poder hablar con los países de origen.
¿Falta solidaridad con el tema migratorio?
Sí falta solidaridad. Pero sobre todo, si los políticos se propusieran acabar con el cementerio del Atlántico y del desierto como ha dicho el papa tantas veces. El problema es complejo cuando hay multinacionales que explotan a los países subsaharianos para robarle los minerales, cuando aparecen las guerras... Cuando surgen tantas dificultades es muy complejo, pero sí es verdad que hay un drama humano que es el cementerio. Habrá que evitar por todos los medios que salgan cayucos trabajando con los gobiernos de origen, pero también habrá que fomentar que allí se les dé una formación, se tenga un pasaporte para venir a trabajar y se puedan volver. Yo pienso que la gente no tiene ningún interés en perder la vida y en arriesgarse tanto.
Esta visita de Francisco I servirá para poner a los gobernantes frente al espejo.
Ya lo ha hecho, desde que lo anunció ha puesto a los gobernantes frente al espejo. La voz del Papa, nos guste o no, es un referente mundial y moral. Esa es la fuerza que tiene, de que hay un líder moral que reivindica la dignidad de la persona y un líder que marca una luz. Gracias a Dios estamos en gobiernos sensibles del primer mundo y democráticos que buscan el respeto en nuestra legislación. Pero supone decir: "Atentos, que aquí hay un tema importante al que prestarle atención". Entre todos tenemos que sentarnos, los partidos políticos, las ONG, así como las instituciones. Vamos a intentar buscar soluciones por el bien de las personas que están saliendo y que están sufriendo esa indignidad de coger un cayuco para arriesgar su vida y tener un futuro mejor.
Hay quien se podría preguntar cuál es la relevancia de que Francisco I se involucre en el problema migratorio de las Islas. ¿Qué papel juega la Iglesia en todo esto? Entiendo que colaboran también con las instituciones.
Con el Gobierno de Canarias estamos en comunión aportando tantas y tantas cosas. La Iglesia está muy implicada a nivel social con Cáritas, los comedores, la atención a inmigrantes, la atención a menores o la atención a las mujeres inmigrantes, que son las grandes olvidadas. Hay un centro de la Cruz Blanca que tiene acogida a mujeres que han hecho la travesía del desierto. En la inmigración las mujeres sufren todavía más [que los hombres].
Usted viene de Andalucía, otra de las regiones donde más llegan migrantes en España. ¿Qué diferencias ha encontrado aquí en Canarias?
La gran diferencia es que cuando llegaba alguien a Jerez o a Cádiz podía seguir su viaje. Porque algunos van buscando a lo mejor ir a Francia, a Cataluña o País Vasco porque tienen familia, entonces tienen la libertad de irse. Aquí no se puede ir, hay que pasar el barco o el aeropuerto. Para salir de aquí hacen falta papeles. La gran dificultad aquí es que esto se convierte en una cárcel, no se puede seguir adelante. La Iglesia suscitó los corredores de hospitalidad en solidaridad de toda las diócesis de España. Nos encontramos dificultad a la hora de encontrar permiso, de poder salir. Hay una burocracia bestial.
Otro de los problemas aparejados a la migración es el racismo que surge en la sociedad. Igual esta visita del papa Francisco ayuda a hacer desaparecer esos prejuicios cuando, quienes los tengan, vean que una persona tan importante como él se pone del lado de los migrantes.
El papa Francisco ha dicho que viene a hacerse solidario con este pueblo que sabe del sufrimiento. Pero que también aprecia la solidaridad del pueblo de Canarias. Yo digo que si esto fuera en otro pueblo, ya habría explotado. Sin embargo, hay un pueblo y un Gobierno de Canarias que está ahí acogiendo, suavizando todo este choque, toda está problemática y todo este drama humano. Pero también es verdad que este pueblo llega un momento en el que no puede y se puede llegar a situaciones de explotación social, de dificultades. No solamente estamos acogiendo, sino que estamos diciéndoles a todos: "Oye, que hay que prevenir aquí un mal mayor".