La Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria reúne una serie de edificios con muchos despachos y salas donde se celebran juicios, se toman declaraciones, se realizan peritajes, se llegan a acuerdos extrajudiciales, por los que todos los días miles de personas, canarios e incluso muchos extranjeros pasan por allí. Algunos para trabajar como es el caso de funcionarios, fiscales, magistrados, abogadas y abogados, policías, peritos o también aquellos a los que la ley les obliga porque por haber delinquido y se tienen que enfrentar a un proceso penal.
Uno de esos abogados que a menudo están en los Juzgados de la capital grancanaria se llama Tommaso Garzia, es un abogado italiano de 37 años, nacido en Salerno, al que enseguida se identifica por su marcado acento (aunque habla español perfectamente) que tiene su despacho en Vegueta en la calle Muro.
Dos grados en Derecho
“Estudié derecho en Italia, después me licencié en Madrid y después hice el Máster en Abogacía. Decidí quedarme en Canarias porque me encantan las olas, me encanta el mar, sin duda, el motivo principal fue mi amor al surf”, cuenta Garzia a Atlántico Hoy.
Tomasso representa la quinta generación de una larga estirpe de abogados y jueces en su familia. “Desde finales del siglo XIX los hay en mi familia. El bisabuelo de mi abuela fue presidente de la Audiencia Provincial en Venecia. Después su abuelo, más tarde su padre que fue presidente del Tribunal Militar, mi abuelo que fue abogado y alcalde y mi padre que también ejerció como abogado”, cuenta un orgulloso Tommaso.
Pedía disculpas
“Cuando empecé a ejercer la abogacía llevaba muchos años en Canarias, gracias a eso, no me ha supuesto ningún problema para mí, al revés, si me imagino trabajando en Italia como abogado, me asustaría más”, resalta. “No he tenido ninguna barrera, ni a nivel social ni a nivel de idioma”, explica Tommaso.
“El primer año de ejercicio, antes de empezar una vista le pedía disculpas a la sala y al juez por si fuera a cometer algún fallo gramatical, pero siempre se quedaban sorprendidos con mi español”, explica el abogado.
Amor por su profesión
Tomasso asegura amar el Derecho y su especialidad es el Penal. “Llevo muchos delitos contra la libertad sexual, de estafa, contra el patrimonio, tráfico de drogas, casi siempre como abogado defensor, defendiendo a la persona que se le imputa un determinado delito”, aclara Tommaso.
“En el Derecho Penal nada es lo que parece. Siempre hay cambios de escenarios y eso me gusta. También intentar averiguar cómo ocurrieron los hechos, el porqué. Muchas veces me preguntan cómo puedo defender a una persona que es culpable. Vivimos en un estado de derecho con unas garantías constitucionales que acompañan a cualquier ciudadano y eso es inamovible”, destaca Garzia.
Derecho Romano
Para este letrado se pierde mucho tiempo en los juzgados con la burocracia y cree que es fundamental organizarse muy bien. Después de haber estudiado la carrera de Derecho en Italia y en España ve pocas diferencias entre las dos. “En Derecho Positivo son muy parecidos. En cuestión de penas o de multas también se parecen mucho. En Derecho Civil es exactamente lo mismo porque vienen del Derecho Romano, en el Público y Administrativo también se acercan bastante. Cambia el Derecho Procesal, allí hay más solemnidad y eso hace que en Italia se dilaten mucho más los tiempos”, argumenta Tommaso.
Tommaso tiene clientes de todo tipo, una buena parte son italianos, pero afirma que también tiene muchos españoles. Recuerda con cariño a un juez en especial. “No voy a decir el nombre, pero se juzgaba un delito leve durante mi segundo año de ejercicio. Al entrar en la sala de vistas el juez me dice: ‘Don Tommaso Garzia, el mejor abogado de Salerno, aquí en España’. No solo se acordó de mi nombre sino que incluso se acordó de mi ciudad de origen. Por un lado me hizo gracia, pero por otro lado me dejó cortado de cara a mi compañero”, cuenta entre risas.