El 1 de febrero, en un momento de las Jornadas de Pensamiento Político Victoriano Ríos celebradas en la Real Sociedad Económica de Amigos del País en La Laguna, Ana Oramas bajó la guardia y soltó sin filtros lo que pensaba sobre la presencia —o más bien ausencia— de la identidad y cultura canaria en los colegios e institutos del Archipiélago. "El problema no es si el PP lleva la Consejería [de Educación] o no, el problema es que el propio profesorado no tiene ni puta idea de la identidad y de la cultura canaria". El vídeo con la intervención de la diputada de Coalición Canaria (CC), con el corte de ese preciso instante, se viralizó cinco días después y la ola se hizo tan grande que la propia Oramas salió horas después a pedir perdón a los docentes de las Islas.
La cuestión es que Oramas, con poca fortuna al elegir sus palabras, abrió un melón que en Atlántico Hoy queremos abordar este domingo. La refelxión de fondo de la nacionalista, que en esta legislatura además ejerce como vicepresidenta del Parlamento, tiene fundamento. Basta con que usted se ponga frente el espejo y se pregunte qué estudió sobre Historia o Literatura canaria durante su formación académica o le pregunte a los más jóvenes de su entorno por ambos asuntos. El tema da para debate y, sobre todo, para preguntarse qué somos los canarios —cuestión que sirve como una especia de Piedra Rosetta sobre el tema—.
Lengua propia
Canarias, de entrada, cuenta con una desventaja en la disfusión de su identidad o cultura respecto a otras regiones de marcado carácter nacionalista como Cataluña, País Vasco o Galicia: contar con una lengua propia, un elemento determinante a nivel educativo para fomentar un sentimiento de identidad en esas autonomías y que vehicula la difusión del resto de cuestiones identitarias. Elemento que, en el caso del Archipiélago, no existe, pues comparte idioma, pese a sus diferencias dialectales, con las comunidades no nacionalistas.
La declaración de Oramas hizo mella en el cuerpo docente de las Islas, que frente a lo que consideran un ataque, se defienden a partir de su propia experiencia. Pablo Reyes lleva ocho años jubilado, pero desde su experiencia tras cuatro décadas de docencia en Secundaria asegura que los contenidos canarios que se dan hoy en día han mejorado “muchísimo” en relación a sus años de estudio, aunque recalca que sí que falta mucho camino por recorrer. “Todos los contenidos canarios están de forma transversal”, indica. Desde los profesores de Educación Física. que tratan los deportes tradicionales, hasta las clases de Lengua en las que abordan el dialecto canario.
Conciencia de pueblo
“Es difícil focalizar en uno solo, pero si yo tuviera que elegir uno, pondría el acento en la administración”. Esa es la conclusión que nos desarrolla José Miguel Martín, presidente de la Fundación Tamaimos y docente. Por lo tanto, quien necesita mejorar en la asignatura para que la identidad y la cultura canaria gane terreno en las aulas de Canarias figura en las filas de Ana Oramas: Coalición Canaria, durante las últimas tres décadas, ha presidido el Gobierno regional durante 26 años. “La educación es una herramienta importantísima para crear conciencia de pueblo”, recuerda.
Varias generaciones de estudiantes canarios nos cuentan su experiancia en las aulas del Archipiélago. Todos apuntan hacia la misma dirección: una ausencia total de identidad y cultura canaria en los temarios que trataron, con excepciones por el empeño de algunos profesores que llevaron su compromiso más allá de currículums educativos.
Para Juan Manuel García Ramos, presidente de honor del Partido Nacionlista Canario, el problema también se localiza en el ámito político, incapaz de alcanzar un acuerdo de Estado para Educación. El problema a su entender es que “la educación en España ha estado al servicio de los sucesivos gobiernos, lo que no ha permitido desarrollar una política estable” a este respecto. Un ejemplo: la LOE impulsada por el PSOE en 2006 planteó como un objetivo educativo específico “los aspectos históricos, geográficos, naturales, sociales y lingüísticos más relevantes de la Comunidad Autónoma de Canarias”, pero para el curso 2010-11 desaparece de la entonces Dirección General de Ordenación e Innovación Educativa.
La cuestión, parece, no está tanto en si los profesores tienen o no tienen ni puta idea sobre la identidad y la cultura canaria y sí reside en la capacidad de la administración —en definitiva, entre Ana Oramas y sus compañeros, que son los que legislan— para poner un poco de orden dentro de su propia parcela dentro de la Educación del Archipiélago.