Aunque hoy en día el abastecimiento de hielo está supeditado a abrir la puerta del congelador en nuestras casas, hace un siglo conseguir agua helada en Canarias solo era posible en las cumbres de tres islas canarias. En Gran Canaria, La Palma y especialmente en Tenerife, varios pozos, cuevas o simas hicieron posible el suministro de hielo, auspiciando así una industria explotada especialmente entre los siglos XVIII y XIX, aunque alcanzó hasta comienzos del siglo XX.
Esta industria estaba explotada por personas, principalmente vecinos, que accedían a los pozos en los meses de invierno para acondicionarlos y recolectar la nieve que se guarnecía o que se depositaba en los alrededores. Allí, la figura del pisonero se encargaba de pisar la nieve para su compactación. Luego, mediante mulas era transportado al resto de la isla.
Una industria en la cumbre
Un artículo publicado en 2021 por los investigadores Arnoldo Santos Guerra, Ramón A. Rodríguez Bethencourt, Ana C. Marti Duchement ha realizado un estudio encaminado a localizar los pozos de nieve de los que se tiene constancia pero cuya pista se había perdido. El estudio, La industria del hielo en las Cumbres de Tenerife, publicado en la revista El Pajar eleva el número de las estructuras conocidas en Tenerife a través del trabajo de campo, y lo sitúa en más 25 pozos. Unos pozos que en esta isla se localizan en La Orotava, Güímar y Arafo.
El estudio indica que ya desde el siglo XVI se tiene referencias del uso o presencia de acumulaciones de nieve en las cumbres, especialmente en la conocida como Cueva de El Hielo, la estructura más popular de la isla de Tenerife, que se encuentra en las cercanías de Altavista, a 3.350 metros de altitud y donde el hielo se podía conservar todo el año.
Escritas en la historia
Se tiene constancia de que el geólogo y palentólogo aleman Karl von Fritsch describió la explotación de esta cueva. En 1862 escribió: “En invierno, el viento arremolina el granizo y la nieve que caen en la cumbre, apilándolos en dicha cueva; en primavera, colaboran los arrieros en tal labor, haciendo entrar en ella a paladas los restos de nieve. Luego, cuando se ha formado una enorme masa de hielo, en verano, se dispone este hielo en bloques con forma de tonel y, tras cubrirlo de sal y envolverlo en hojas de helecho, se transporta durante la noche. […] La carga de hielo que puede llevar una mula cuesta medio duro en La Orotava" (Traducción de J. J. Batista & E. Tabares, tomado de la Fundación Canaria Orotava de Historia de la Ciencia).
Incluso el geógrafo y naturalista Alexander Von Humboldt escribió: "Situada a 1728 toesas de altura… La nevera natural del Pico, sin embargo no tiene las aberturas perpendiculares para que el aire caliente pueda salir, mientras el frío queda inmóvil en la parte del fondo. Parece que el hielo se mantiene debido a su acumulación, y porque su punto de fusión es más lento por el frío producido por la rápida evaporación".
Y proseguía, "este pequeño glaciar subterráneo se encuentra en una región en la que es probable que la temperatura media no es menor de los 3º…, no está alimentado por aguas de nieve provenientes de las montañas. Durante el invierno la cueva se llena de hielo y nieve; y como los rayos del sol no penetran más allá de la apertura de entrada, el calor del verano no es suficiente para vaciar el depósito. La existencia de hielo natural depende menos de la elevación absoluta de la grieta y la temperatura media de la capa de aire en la que se encuentra que de la cantidad de nieve que entra en invierno y la paca influencia de los vientos calientes del verano…”.
Huecos helados
Reconoce el artículo de 2021 que es una actividad de la que todavía hay muchos aspectos por conocer, especialmente al respecto de los pozos explotados, de los que muchos han sido destruidos por aluviones o por el abandono. El aprovechamiento de la nieve se ha producido en las islas tanto a través de oquedades de origen natural como simas, grietas o cuevas, como por aquellas construidas por el hombre.
Solo en La Palma, Gran Canaria y Tenerife se tiene constancia de la existencia de los pozos para la explotación de hielo. En La Palma el artículo contabiliza tres, aunque actualmente solo uno está bien conservado. En Gran Canaria son tres, excavados entre los siglos XVI y XVII, dos de ellos próximos al Pico de Las Nieves y restaurados en 2003.
La cumbre de Tenerife es la que más pozos alberga. La bibliografía contabiliza 25 de estas infraestructuras, aunque los autores del estudio consideran que pueden existir más. “De ellos se conoce actualmente el emplazamiento de nueve, que presentan distinto grado de conservación: dos en Güimar (Mal Abrigo), dos en Arafo (La Negrita y Acasme) y cuatro en La Orotava (tres en Izaña y La Negrita)”, señala el artículo, que apunta también las características de estas cuevas.
Llamada contra el olvido
Un texto que, tras comprobar el estado de muchos de los pozos, termina con una reivindicación. “Queda patente lo importante que fue esta industria hasta aproximadamente los años 30 del siglo pasado”, señala la conclusión del estudio, donde los investigadores añaden que creen “importante que esta parte de nuestro pasado sea recuperada, restaurada y protegida para que las generaciones futuras la conozcan y no caiga en el olvido esta página de nuestra historia”.
Así, hacen un llamamiento al Cabildo de Tenerife a realizar trabajos al respecto, al considerar que en La Palma y en Gran Canaria esta labor ya se ha realizado. “Sería deseable que el Cabildo de Tenerife como administración implicada [...] realizara trabajos en ese sentido al contar con un patrimonio mucho mayor de estas construcciones, algunas de las cuales se encuentran, asombrosamente, en buen estado de conservación”.