La Guardia Civil, en el marco de la conocida como Operación ERPÓN, ha intervenido diversos especímenes vivos, caparazones de tortugas, ejemplares muertos en estado de congelación y huevos. Todos ellos, protegidos por la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), se encontraban en una finca particular propiedad del detenido en el municipio de Güimar, en Tenerife.
La investigación, que se inició en septiembre del pasado año 2022, comenzó con la incautación de un espécimen CITES en Gran Canaria y permitió al SEPRONA obtener los indicios policiales necesarios para acreditar que el detenido había incurrido en un delito contra la flora y fauna. La tenencia de muchos de los ejemplares incumplía la normativa vigente al carecer de registro como núcleo zoológico o del reconocimiento de la instalación como centro habilitado para la recepción de especies exóticas invasoras y, además, el propietario tampoco había realizado la declaración responsable relativa a la tenencia de especies invasoras.
Especies invasoras
El registro de la finca concluyó con un total de 28 especímenes vivos —una tortuga moteada, una tortuga dragón, catorce iguana cornuda, una tortuga nariz de cerdo, tres tortugas espalda de diamante, una tortuga de espolones africana, dos tortugas terrestres de patas rojas, dos tortugas elongada, un escinco gigante de salomón y dos tortugas radiadas—, dos caparazones de tortugas, tres ejemplares muertos en estado de congelación y diez huevos. Asimismo, también encontraron tres ejemplares vivos no CITES —una tortuga mordedora de Nueva Guinea y dos tortugas charapita de aguajal— que, por su estado de conservación y para garantizar su atención, fueron incautados y depositados en la Fundación Neotrópico de la isla de Tenerife.
La conclusión final es que la finca objeto de inspección ha sido utilizada para la reproducción y cría ilícita de especímenes de diferentes especies y grado de protección sujetos al Convenio CITES. Por otro lado, en días posteriores y como consecuencia del precario estado de salud y debilidad se produjo la muerte de uno de los ejemplares intervenidos. Esto es así porque las condiciones zoosanitarias en las que los agentes encontraron a estos animales eran inapropiadas —muchos animales presentaban un estado nutricional y de suministro de agua muy deficientes, las especies acuáticas se encontraban en instalaciones de reducidas dimensiones, el agua turbia, eutrofizada y maloliente—.