Ernesto Santana es un fotógrafo granacanario que le ha tocado una experiencia de salud muy molesta, muy incómoda, llena de incertidumbre, pero que, con un final feliz, ya empieza a ser recordada como anécdota.
Santana, junto a sus compañeros Olmo y María, decidió hacer la ruta a la playa de Güigüi para hace noche y continuar hasta La Aldea y disfrutar de su pasión, la fotografía; en esta aventura concreta, nocturna. Pero todo se torció por un mal movimiento del cuerpo, como efecto reflejo, y se luxó el hombro en uno de los puntos más aislados de toda la isla de Gran Canaria, sin cobertura y sin apenas poder moverse. Todo quedó grabado a través de su móvil en la stories que fue compartiendo a través de su Instagram.
“En el momento, no sabía qué hacer con mi vida”, confiesa Ernesto para compartir la experiencia en Atlántico Hoy. “Esto no puede estar pasándome aquí y ahora, por primera vez”, añade recordando su primer pensamiento tras darse cuenta de la gravedad inicial de la situación.
La ruta hasta el accidente
Ernesto Santana había comenzado con Olmo y María a las 13:30 la ruta de casi cinco kilómetros, con un desnivel cercano a los 500 metros, que le llevaría a la playa, dividida a su vez en otras dos separadas por un roque, aunque unidas con la marea baja. Más de tres horas después, llegaban al primer ‘checkpoint’ que se habían marcado y que, a la postre, sería el punto de retorno.
“Por el día te puedes llegar a encontrar unas 20 personas que, o bien hacen el sendero o bien llegan por mar”, pero casi a las 17 horas “ya no había nadie”, contextualiza nuestro protagonista.
La mala suerte
En su primer baño al llegar a la playa, pisó “un angelote o una mantellina, no sé” y comenzó la aventura con la que no contaba. “Pego un giro sobre mí mismo para salir corriendo y la inercia del giro, con la fuerza del agua que me frena el brazo… Se me quedó un poco de dolor, pero al tocarme el hombro veo que las cosas no están en su sitio y que estoy inmóvil”, explica.
Tras descartar la opción de que sus compañeros le colocaran el hueso en su sitio, empezaron a comprender que solo cabía la opción de salir de ahí. Una playa de difícil acceso por tierra, sin cobertura para llamar a un barco-taxi o a emergencias -explica que él también pensaba que sin cobertura se podía llamar al 112, pero no pudieron-, sin nadie más y con la noche amenazando. “Decidimos la opción de llamar al helicóptero, pero había que buscar cobertura”.
Media hora solo
Sus compañeros, primero María -descalza por la montaña hasta 40 minutos- y poco después Olmo, en busca de la primera, tuvieron que desandar una parte del terreno hasta encontrar esa poca cobertura para llamar al 112. “Me tuve que quedar solo una media hora”, como se refleja en la stories que fue compartiendo en Instagram. “No sabía si iba a venir el helicóptero, porque por las noches creo que no hacen rescates”.
Para su pesar, en un primer momento se confirmaban los presagios. “Cuando vuelven me dicen que el helicóptero no va a venir y hay que ir donde pueda llegar la ambulancia. Algo inviable en mi estado”. Las opciones pasaban por dormir en la playa y esperar con su cuerpo "totalmente inmóvil" o empezar a caminar sin mochilas poco a poco en mitad de la noche. “Ambas opciones eran inviables. No podía dar diez pasos sin poder tirarme al suelo”.
Al final, “no sé muy bien cómo, lograron hablar con una persona, que pudo hablar con alguien de Las Palmas para convencer al 112 y cuando estábamos intentando comenzar el regreso, que era imposible, empezamos a escuchar el helicóptero. Se me abrió el cielo”.
Grabando desde el helicóptero
Santana, que registra todo lo que puede a través de su cámara, tuvo la capacidad de darle un mensaje a uno de sus compañeros justo antes de subirse al helicóptero rumbo al hospital: “Olmo, grábalo todo, porque de aquí al menos tenemos que sacar la experiencia”.
Recuerda el trayecto en helicóptero -su primera vez- como “bastante interesante”, aunque le hubiera gustado “disfrutarlo más, sin dolor”. Tuvo la paradójica suerte (por su profesión), dentro de la historia, de que su traslado por los aires coincidió con la puesta de sol. “Los chicos del helicóptero se ofrecieron a grabar imágenes abriendo las puertas y quedaron bastante bien”.
Repetir la ruta
“No tengo ningún problema en repetirla”, sentencia Santana. “Pero es verdad que no es una cosa que diga que necesite terminar, porque hay muchas otras cosas que se pueden hacer por el camino”.
Pensando ya en el hoy, el grancanario, que deberá estar dos semanas con el brazo en cabestrillo, confiesa que aprenderá a hacer fotografías con una mano durante estas dos semanas. "Tengo cosas pensadas para hoy y para mañana. Ya he vuelto, pero a esa playa ya se verá, pero volveré seguro”.
El regreso de Olmo y María
“Pasaron la noche en la playa” confiesa Ernesto, añadiendo que a la mañana siguiente llamaron al barco, con tal mala suerte que justo ese día “no operaba”. Ante esta nueva situación, sus compañeros de aventura decidieron soltar lastre. “Vaciaron lo que pudieron las mochilas, lo que no era imprescindible, y repartiéndose los pesos, mis cosas incluidas, y decidieron hacer el regreso andando de una. Todos unos sherpas”, señala ente risas.
El coste del rescate
“Menos mal que yo estoy federado en montañismo y tengo un seguro, pero uno de los integrantes del rescate dijo que hay demasiados mitos respecto al rescate del helicóptero”, informa Ernesto. “No obstante, no estaba cometiendo ninguna negligencia, porque estaba en una playa y fue un accidente, por lo que no tengo que pagar”.
Hay que recordar que en caso de rescate por accidente dentro de senderos y lugares públicos en el que se estén siguiendo las recomendaciones y señalizaciones, los rescates no deberían generar un coste al rescatado.
Sin embargo, si hay negligencia, ya sea por salirse de senderos, estar cometiendo alguna actividad peligrosa u otra acción considerada fuera de las recomendaciones, la tasa concreta de movilizar un helicóptero del 112 es de 2.000 euros la hora y 36 a la hora por cada integrante del Grupo de Emergencias y Salvamento que haya sido movilizado.