Pocos negocios han aguantado tan bien el paso del tiempo como la farmacia Santos-Lecuona, en La Laguna. Situada en el número 52 de la calle Obispo Rey Redondo (antigua calle Carrera), el establecimiento lleva en ese mismo lugar invariable desde 1824, fecha en la que se trasladó desde el número 24 de la misma calle. En el número 24, hay constancia de que el negocio estaba funcionando ya desde 1822, aunque se piensa que podría haber abierto incluso un año antes según algunos recibos emitidos por la botica.
Su fundador, Leodegario Santos López, fue un burgalés nacido en 1794 que realizó su servicio militar en La Laguna. Aunque era licenciado en artes en su Burgos natal, algo le llamó poderosamente la atención en la Ciudad de los Adelantados. Tras regresar de Canarias a Castilla, Leodegario se apresuró por estudiar farmacia y, tan pronto como pudo, volvió a Tenerife para abrir su botica.
¿Traslado por amor?
No está claro qué le impulsó a instalarse de forma tan convencida en Aguere. Lo cierto es que, en 1824, se casó con la hija de su casero, Antonina Cámara Armas, por lo que existe la teoría de que se trasladó por amor, aunque la determinación por abrir en específico una farmacia y el hecho de que llegase a La Laguna por lo menos en 1821 -años antes de casarse-, indican que, posiblemente, fuese un afán emprendedor el que le llevó a abrir su negocio en la isla.
Desde entonces, la farmacia Santos-Lecuona ha permanecido en el mismo sitio, sin expandir su negocio ni verlo mermado, y en manos de una misma familia que conserva el negocio desde hace seis generaciones.
Todas las generaciones
Actualmente, es Raquel Lecuona Méndez la que dirige el negocio, siendo la primera mujer en la línea generacional de sucesores de la farmacia que regenta el establecimiento. Antes que ella, lo hicieron Valeriano Santos Cámara, hijo del matrimonio entre Leodegario y Antonina (1837-1898) y que llegó a ser también alcalde de La Laguna; Manuel Santos Madan (1877-1938); Humberto Lecuona Mac-Kay (1908-1989); y Guillermo Lecuona Ribot (1953-2016).
El cambio sucesorio entre los Santos y los Lecuona se produjo tras el fallecimiento de Manuel Santos Madan sin descendencia. Manuel se había casado con Elena Mac-Kay Monteverde, hija del cónsul de Estados Unidos en Canarias, Harrison B. Mac-Kay. Aunque Manuel y Elena no tuvieron hijos, sí engendraron descendencia la hermana de Elena, Carmen Mckay, y su marido Humberto Lecuona Díaz.
Cambio de Santos a Lecuona
La historia de este traspaso está marcada por la tragedia, pues Humberto Lecuona Díaz falleció de tuberculosis dejando a Carmen Mac-Kay con 10 hijos muy jóvenes a su cargo. Fue entonces cuando Carmen decidió pedirle a su hermana Elena y a su cuñado Manuel Santos que acogiesen y formasen a su hijo mayor, Humberto Lecuona Mac-Kay, como boticario y acabó heredando la farmacia y todos los bienes de sus tíos.
De entonces en adelante, la farmacia quedó en manos de la familia Lecuona. El hijo de Humberto, Guillermo, fue el primer heredero de la farmacia no primogénito, dado que era el pequeño de sus hermanos. Tras él, Raquel Lecyona se convirtió, como se ha mencionado, en la primera mujer en dirigir el negocio familiar.