El origen de los apellidos es desconocido en muchos casos. Sin embargo, a líneas generales, sabemos que vienen de gentilicios y de nombres de oficios antiguos. Si seguimos el rastro de los apellidos, podemos llegar a saber a qué momento corresponden de la historia e incluso a qué lugar.
El rastro del apellido
Si todas las personas se hicieran un test para conocer sus raíces, seguramente más de uno se llevaría una gran sorpresa. Los test genéticos alcanzaron gran popularidad cuando varias marcas comercializaron unos test de ADN caseros. Los usuarios debían de adquirirlos online y una vez en casa solo era necesario seguir las instrucciones de uso y remitirlos a una determinada dirección. Al llegar los resultados más de uno se dio de bruces con la realidad: no hay ni un solo humano "de pura cepa", todos formamos parte de un cruce de identidades que durante años han formado nuestro ADN.
Los apellidos de cada persona vienen determinados por la procedencia de nuestros ancestros, por las influencias del territorio y lo cierto es que existen muy pocos apellidos de origen netamente acanariados, pues los indígenas terminaron adoptando, en su mayoría, apellidos que aparecieron en las Islas con la llegada de nuevas poblaciones.
Los apellidos de origen canario
Los apellidos que se coronan como los más canarios son: Apolinario, Armas, Artiles, Arucas, Bencomo, Bentancor, Caballero, Curbelo, Drago, Dumpierrez, Guanche, Machado, Negrín, Oramas, Perdomo, Sabina, Socas, Tacoronte, Baute, Dara, Chinea, Taoro, Leiva, Tarife, Oramas, Doramas, Montes, Bentagayre, Guanarteme, Maninidra, Tenerife, Darfia, Cabrero, Cabreras, Herrero, Canario entre otros.
Posteriormente, cuando Canarias se inundó de catalanes, andaluces, castellanos y mallorquines, los apellidos que se fueron quedando en el archipiélago son algunos de los más comunes como Luzardo, Alonso, Ayala o Casañas y más adelante aparecen los apellidos Machín, Martel, Morales, Negrín, Rodríguez, Silva, Zurita. En 1478 nacen algunos de los primeros apellidos de origen aborigen, como Arucas, Guanarteme y Doramas, de resto, como ven, las idas y venidas a Canarias han dejado un reguero de apellidos que los antepasados adoptaron y "de pura cepa", hay más bien pocos.