Aunque la afluencia de visitantes cada vez complique más la tarea, aún es posible encontrar playas tranquilas en todas las islas del archipiélago. Con frecuencia es necesario emprender una pequeña caminata, o salvar algún escollo, para encontrarnos con el premio de un pedacito de costa a nuestra entre disposición. En este archipiélago, el esfuerzo siempre merece la pena.
Con todo, hay islas con menor población e infraestructura turística que prácticamente son garantía de tranquilidad en sí mismas. Es el caso de La Graciosa, la menor de todos las islas, hasta el punto de que hasta 2018 se consideraba que, por sus 27 km2 de superficie total, era tan solo un islote. Sin embargo, en virtud de su pequeña pero estable población, a partir de la aprobación del nuevo Estatuto de Autonomía de Canarias pasó a ser considerada la octava isla del archipiélago.
Una capital con 700 habitantes
La totalidad de sus 723 habitantes se concentran en la capital, Caleta de Sebo, que ha crecido como principal puerto de conexión con la vecina isla de Lanzarote. Pero eso no significa que sea el único pueblo de la isla. Aunque sean apenas unas pocas casas en un paraje que a lo largo del año visitan sobre todo las aves impulsadas por el alisio, también existe otro núcleo habitable a seis km de Caleta de Sebo.
Se trata de Pedro Barba, un recóndito asentamiento sin población fija, desértico la mayor parte del año, como un espejismo de civilización entre sus calles de arena en medio de naturaleza virgen. Este lugar está bañado por una apacible playa de 110 metros de longitud de arena y grava, donde la amplitud y tranquilidad del paisaje invita a relajarse en sus aguas serenas.
Dos playas desiertas
Cerca de Pedro Barba, si continuamos hacia el noreste encontraremos la playa de Lambra o del Ámbar, otro lugar de aguas cristalinas rodeado por dunas de arena blanca y rocas volcánicas, creando un precioso contraste de texturas y colores. Es un lugar salvaje y poco frecuentado, naturaleza en estado puro, por lo que es ideal para olvidarse del mundo y desconectar. Expuesta a los vientos del norte, es recomendable extremar las precauciones durante el baño debido a las corrientes.
En el noroeste, la playa de Las Conchas es probablemente la más impactante de La Graciosa. Entre arena blanca y tonalidades rojas del volcán de Montaña Bermeja, rodeada de un entorno único, aparecen unas vistas impresionantes del islote de Montaña Clara. En este lugar el oleaje es intenso por lo que el baño no es recomendable la mayoría de los días, pero la belleza de este rincón de la isla es tal que merece una visita aunque sea sin bañarse.
La más famosa
Para muchos una de sus mejores playas de La Graciosa es La Cocina, una cala de 100 metros de longitud a las faldas de Montaña Amarilla. Calmadas y de tonos turquesa, sus aguas contrastan con los tonos ocre predominantes en el paisaje. Por su fuera poco su localización le permite encontrarse al abrigo del viento, las olas y las corrientes de manera natural.
Para los aficionados al buceo, los fondos de La Cocina son una explosión de vida marina que choca con la calma que se respira en la superficie de esta playa virgen de La Graciosa. Esto ocurre en parte porque a La Cocina sólo se puede llegar a pie o en bicicleta, dotando a esta experiencia en la naturaleza de un componente especial, un esfuerzo antes de poder contemplar, desde la arena fina de la playa, la costa norte de Lanzarote.